Al principio fue como responder a un reto: ¿Eres capaz de desnudarte y pasearte frente a los demás?
No es fácil imaginarnos desnudos paseándonos por ahí con una frescura absoluta o compartiendo actividades casi cotidianas, así fuera una simple barbacoa o un almuerzo playero con unas amistades tan recientes, que sería como compartir nuestra intimidad con extraños.
La vergüenza y el encontrarme con personas conocidas me aterraban… hasta que me decidí no posponer más el bucear nuevas experiencias. Mi compañera estaba entre aterrada y al borde de un shock o ataque de nervios; Lo disimulaba diciéndome que conmigo siempre hasta el final y para lo que sea…”si crees que está bien y eres feliz, para adelante…!”. Yo mismo me preguntaba si sería una locura o si simplemente, deberíamos dejarnos arrastrar, por el encantamiento natural de este hermoso paraíso natural.
“Así debe ser Tahití…”-dijo ella- Yo solo pensaba en mi hermosa Cartagena y en las playas de mi costa caribeña…
¿Sería que deseamos liberarnos de todo ese mundanal lodo que nos impone la cultura o la sociedad
¿Será que existe dentro de todos, un deseo de ser observados: desnudos?... o ¿es una forma violenta de romper esquemas o de agredir a una sociedad conservadora y doble moralista, que con su mojigatería, nos ha reprimido la sexualidad? ¿Será que es posible evitar que la mirada inquieta o curiosa persiga a los genitales de otras personas? ¿Será que podré controlar una erección o el rubor de mi rostro?
Me sentía como las gaviotas, revoloteando con la mirada; como una mariposa hechizada, con la luz encandiladora de una vela o como un pelicano a punto de lanzarse sobre un pez
Poco a poco, fui descubriendo otros niveles, de la realidad física en la que había vivido sumergido; durante los años que pudieron ser, los más hermosos de mi vida; se que vivía un despertar tardío, “pero más vale tarde, que nunca”, me dije para mis adentros.
En ese momento ardía y deliraba, buscando respuestas. Comencé a contemplar imágenes, con las que podría componer hermosas fotografías.
Sé que somos menos extrovertidos que los europeos, y me parecía mentira, que estuviera en el trópico caribeño, viviendo este ensueño. Nadie se imagina, lo difícil que es romper las barreras de nuestros bloqueos; pero poco a poco, fuimos despedazando paradigmas y limitaciones.
Al principio, me sorprendieron las reacciones que se generaron, en los rostros de nuestro grupo; eran una cadena de sonrisas nerviosas;
Sospechaba que todos nos preguntábamos cómo seríamos al ser vistos desnudos por terceros y sobre todo, por las mujeres jóvenes que se veían hermosas, desde lo lejos. Ahora estaba a punto de descubrir o de experimentar lo que me hacía sentir incómodo cuando me desnudo frente a los demás, o porqué intentamos siempre taparnos, como si el pecado existiera . Entender la incomodidad de sacarse la ropa; esas corazas textiles de las que tanto se había hablado.
Una pareja de amigos, usaba toda su energía creativa para conectarnos con este nuevo universo.
Nos sentíamos como de regreso al paraíso, a una edad primaria, casi bíblica, lejos de los ruidos y las contaminaciones mundanales
“Ponga su cuerpo en libertad y la mente le seguirá” Leí en un aviso, al bajar hacia la playa, además de unas sugerencias básicas, para practicar el nudismo
Creíamos que no sería fácil andar desnudos por ahí sin generar quizás risas o burlas; que incomodaríamos a otras parejas, y dudábamos si seriamos capaces de integrarnos a sus grupos…
Sabía que todas las preguntas se irían respondiendo poco a poco…pero mi impresión casi inmediata, es que todos nos sentíamos, como una comunidad de libertos y curiosamente, todos nos comportábamos casi de inmediato, como si fuéramos amigos desde siempre
Los miedos desaparecieron, más rápido de lo que imaginé y en ningún momento, viví o sentí esas miradas de censura o maliciosas que esperaba. También comprobamos casi de inmediato, que la desnudez, nada tiene que ver con el sexo. No es fácil y es como romper con el pasado, de una manera radical´.
Desde ese momento todo fue un antes y un después del nudismo. Por primera vez experimenté, como se contemplaban sin malicia, otros sexos; como se integraban unos con otros, sin el más mínimo rubor.
Hector Cediel Guzman (“Cedielus”)
Colombia
hectorcediel@gmail.com |