Las vacaciones de este año se precipitaron casi sin preaviso. Mi actividad laboral afectada por la separación de una de mis socias hizo que no pudiera planificar con tiempo mi ida a Punta del Este.

Así en pocos días compuse un grupete de amigas y conocidas del gym, más conocidas que amigas, casi todas ya cincuentenarias y sin mayores compromisos con hijos o esposos. Así fuimos tres quienes partimos hacia un merecido descanso a la divina Punta del Este.

El traslado en Ferry y el viaje de Colonia a esa ciudad fue en medio de una catarata de palabras, en una cosa coincidíamos íbamos a descansar y olvidar todo aquello que nos ataba a la gran ciudad.

Ya en el Apart, bajamos las valijas, que por su volumen hacían presuponer que iríamos por tres meses o a vivir allí.

En pocos minutos estábamos en la pileta haciendo lo que más nos gustaba hablar y tomar mate. Cerca nuestro un matrimonio de unos sesenta años nos miraba con una muestra de confraternidad veraniega, común en estas ocasiones.

Ya en la habitación ordenamos nuestras cosas y acordamos la rutina de convivencia en ella, tan necesaria para no incomodarnos mutuamente. Mis dos acompañantes sabían de mi nudismo.

El primer día de playa fuimos a Solanas y ahí, al sol, les planteé de ir a Chihuahua, la playa nudista.

Sus caras borraron las sonrisas que nos acompañaban desde que habíamos salido de Buenos Aires con una mezcla de sorpresa y estupor. Pensé que se me arruinarían las vacaciones por ello. Les expliqué que no era obligatorio estar desnudas y que el ambiente era de respeto que…sin duda les planteé algo que ni pensaban.

Su actitud hacía la desnudez era de mucho pudor, a ambas les había costado superar la barrera de andar desnudas en el vestuario del gym que frecuentábamos, ya que _cosa rara en un vestuario femenino en argentina_ no quedaba otra posibilidad.

De regreso al apart para hacerme la simpática hice la comida, lavé los platos, usé poco el baño, no quería incomodarlas más. Luego las dos me dijeron que fuera a Chihuahua y que ellas se quedaban y que no me incomodara. Así que de común acuerdo quedé en ir de mañana mientras ellas se quedaban en la pileta.

A la mañana siguiente partí a, quizás, mi primera experiencia nudista solitaria, llegué a Chihuahua y no había nadie . O quien estaba lo hacía a una considerable distancia como para no reconocer su cara y mucho menos su sexo.

Decidí ir donde el arroyo Potrero se hace laguna, armé la sombrilla y me entregué a febo completamente desnuda. Al rato un golpe de viento llevó la sombrilla dando tumbos. Me levanté y vi que un hombre que caminaba desnudo con la malla en la mano llegó antes que yo a la sombrilla que yo y lo lastimó

Cuando me acerque vi que era el hombre que estaba en la pileta del hotel con su mujer días atrás, ambos desnudos creo que quedamos petrificados, no podía dejar de agradecerle y al hacerlo me reconoció y ambos nos reímos.

Me acompañó hasta donde tenía mis cosas, colocó la sombrilla en un lugar e inexorablemente nos pusimos a charlar. Ambos nudistas, me contó que su esposa había dejado la práctica del toples y no quería ir más a Chihuhua, y que no tenía con quién ir.

Con un poco de agua le lavé su pequeña herida y el mate ya servido hizo que la charla continuara sin estridencias y con la naturalidad de quienes sólo quieren pasar un momento agradable. Cuando se despidió y se iba repare recién en su físico en ese momento.

De regreso al Apart no comenté nada. Siguieron días de playa en que en las mañanas que podía me escapaba a Chihuahua y en la tarde íbamos a Solanas las tres amigas. En las mañanas casi siempre me encontraba con mi vecino de hotel, así nos contamos nuestras vidas con sus rutinas sin avanzar en otra cosa que no fuera el conocimiento mutuo. Aparte de arreglar el país y el mundo.

A los pocos días lo vi en el lobby con su esposa y él al saludarme le dijo que me vería Chihuahua,…Creí que se iba a armar un escándalo pero no, la señora me saludó y se quedó charlando conmigo, resultó que teníamos amigos comunes.

Al rato mis amigas se incorporaron y se armó un lindo grupo veraniego como para compartir un asado esa noche en el parrillero.

Ya en la habitación ambas me interrogaron como un servicio secreto, se vieron desnudos? Conversaron desnudos? No pasó nada? Mis contestaciones estaban apuntadas a indicar que el nudismo no es sexo, es libertad y respeto por uno y los demás.

A ellas les costó asumirlo y, en un momento, les dije que hicieran de cuenta que están en un vestuario y listo, una va sólo a cambiarse o bañarse, no con otra intención. cuantas veces estamos en las duchas conversando mientras no bañamos en el gym sin conocer con quién hablamos y pese a estar desnudas no nos vemos, en un sentido figurado, o como lo hacíamos en la habitación en esos días.

Pocas veces más se repitió el encuentro matutino, un día vino acompañado por su señora, su cuerpo denotaba el paso de los años en su escasa bikini. Al tiempo se sacó el corpiño me dijo que yo le había dado ánimos para hacerlo nos reímos con eso. Los tres pasamos un rato muy agradable y con respecto. Chihuahua sigue siendo mi refugio veraniego.

Maria Gómez- Argentina

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