RECUPEREMOS LA SIESTA

Esta palabra viene de “la hora sexta romana” correspondiente al medio día, momento en el cual se hacía una pausa de las labores cotidianas para descansar y reponer fuerzas.

La siesta, una costumbre traída de España es una consecuencia natural del descenso de la sangre después de la comida desde el sistema nervioso al sistema digestivo, lo que provocaba una consiguiente somnolencia. Pero además, independientemente de haber comido o no, la depresión postprandial es un elemento que surge tras aproximadamente ocho horas tras el despertar. Por otra parte, en los trópicos, lugares colonizados por España, y en la misma España, situada al sur de Europa, en ese lapso es cuando hace más calor, e incluso los animales retornan a sus guaridas para descansar.

Hasta hace unos 50 años la siesta era una costumbre sagrada incluso en las ciudades medianas. En las grandes urbes latinoamericanas era una práctica optativa. Pero algo cambió y hoy es un sinónimo de vagancia. Sin embargo, distintos estudios dicen que la siesta baja el estrés, disminuye la presión arterial y mejora la atención y la memoria. …¿qué pasó con la siesta?

Pero los problemas comenzaron por los cambios producidos en las formas de trabajo: La mano de obra necesaria en los grandes centros urbanos no era compatible con cortar unas horas al mediodía.

En América Latina, si bien la siesta ya no es un hábito masivo, en ciertas regiones, la tardecita sigue siendo sinónimo de descanso, En algunas ciudades especialmente en el interior del país, la gente se levanta muy temprano a trabajar y a la hora de la siesta “no andan ni los perros por la calle” y en general la costumbre es aceptada por todos, e incluso hasta los comercios bajan las persianas.

Alejandro Ferrero, director del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño afirma que junto con una buena alimentación, respiración y ejercicio, el buen sueño es un factor imprescindible para una vida saludable.

Cuando decidimos tomar una siesta nos estamos refiriendo a dormir una hora como máximo, siendo probablemente lo mejor que no pase de 30 minutos. De otro modo, comienza a competir con el sueño nocturno.

El sueño se divide en cuatro fases. Las dos primeras corresponden al sueño ligero y las dos últimas al sueño profundo. La cuarta fase es la de los movimientos oculares rápidos (REM, por sus siglas en inglés) y es el momento donde se producen los sueños, o las pesadillas.

Estas etapas se repiten cíclicamente. Ya superando entonces los 30 minutos de siesta por las tardes, es probable que ingresemos en el período de sueño profundo. Esto explica por qué, cuando dormimos una larga siesta, nos levantamos más cansados.

Ferrero dice que el sueño no se puede almacenar. “Uno no puede dormir de más varios días para luego dormir de menos otros tantos. Cualquier persona que ha dormido menos de lo necesario, tendrá una deuda de sueño con su propio organismo, que se advertirá en su funcionamiento”, asegura. De aquí la importancia de la siesta como etapa intermedia antes del sueño de la noche.

En Estados Unidos, en China y en Japón algunas grandes empresas han instalado ya salones oscuros donde se puede hacer una siesta sobre un cómodo sillón Se ha comprobado científicamente que una siesta diaria de 30 minutos trae resultados positivos en el desempeño laboral.

La siesta baja el estrés, disminuye la presión arterial y mejora la atención y la memoria. También se la ha asociado a una prevención del envejecimiento.

Fuente consultada:

Opinión Sur Joven http://opinionsur.org.ar/joven/?p=1624

por Gabriel Carrivale