NUDELOT. NUEVOS HALLAZGOS. Capítulo 11 - “El amor humanizador”

Tenemos que abandonar nuestros microcosmos, para no comportarnos como muertos en vida; buscando en el humanismo el camino de salvación. El amor ya no está satisfaciendo ni permitiendo superar los quiebres familiares ni los quebrantos emocionales porque la familia es demasiado vulnerable y las relaciones son como hermosos merengues, que se asfixian con una facilidad inimaginada por las cotidianeidades.

Estamos construyendo modelos sociales que inmolan y autodestruyen al hombre, como si fueran cosas de desecho. Se mira al hombre no desde una óptica humanista, sino como un robot, como una máquina, como un humanoide fruto de una alta tecnología.

El problema radica en que esos robots humanos, son capaces de realizar actos impredecibles cuando se despiertan o cuando un choque eléctrico, les reactiva los sentimientos o esa memoria embrutecida. La robótica es una ciencia en embrión, es una crisálida de donde brotan engendros que pueden llegar a ser maléficos.

El mundo está construyendo su propia destrucción, hasta cierto punto, porque ya no existe un punto para un posible retorno. Lo fantástico de los cuentos y las novelas, se está haciendo realidad. Nadie se suicida porque si, a los suicidas los asesina la sociedad, la misma vida. A diario vemos la autodestrucción de ídolos de barro y es precisamente, porque la gloria es la peor de las incomprensiones y de las tiranías más difíciles para emanciparse.

La dominación depende no solo de factores invisibles en muchos casos, sino de vicios o del poder material, que creen que dan las cosas y cada día son más difíciles de tomar decisiones sabias; cada decisión significa el apostarlo todo, en un todo por un todo y en una absurda ruleta rusa.

Sólo hasta hoy el hombre evalúa las tradiciones, para analizar lo positivo y lo negativo que hay en ellas. Nos hemos dedicado a satisfacer deseos y no a desarrollar nuestros dones o verdaderos valores; estamos perdiendo los valores o las verdaderas tradiciones, porque hoy por hoy, solo se transmiten por los medios más débiles o tenues.

Culpamos al destino de cerrarnos las puertas o de arrebatarnos las opciones de las buenas oportunidades; o simplemente le abonamos el crédito por abrirnos algunas puertas o por lograr ciertos éxitos.

Es el hombre quien es el verdadero artífice de su destino; su alma es como una vela solar que le permite volar hacia las estrellas. Es él quién debe buscar, tomar o aprovechar las corrientes de las brisas o de esos aires cósmicos, casi celestiales, y de cada uno de nosotros depende el navegar ese hermoso mar de sueño, mar que si cierra en este instante los ojos usted lo puede ver, mar de opciones que nunca pueden ver los suicidas.

Grandes hombres han pasado y han logrado ciertas reformas, pero no son suficiente. Nada nos ha hecho más daño que esas conductas pecaminosas modernas y responsables de las crisis en todo sentido; los excesos nos han proporcionado más dolor que placer, por falta de un control en los equilibrios.

Sólo el bien nos hace realmente felices y los que buscan el mal, es porque están pésimamente informados. No entiendo cómo nos apegamos tanto a las cosas. Algo debe andar muy mal en la psique o en los valores que consideramos válidos. El ego no puede hacer sabio al dolor, al infortunio, al fracaso; la mediocridad solo engendra un falso placer.

Nudelot ha sido el concepto ideal y perfecto del autogobierno; de una sociedad solidaria y siempre unida por la razón al corazón y a los sentimientos más profundos, sanos y naturales de nuestra naturaleza. Nuestro amado y respetado “libro de la vida”, en el futuro no será más que una obra de teatro del absurdo obsoleto y ocre, como los sentimientos marchitos…

Bajo nuestras máscaras, somos volcanes activos, árboles en llamas, pegasos alados, pero con el poder para revolotear alrededor del fuego, sin que se nos derritan las alas…

La vida humana seguirá siendo la sumatoria de momentos maravillosos y trágicos. El ego seguirá impulsándonos a la acción y a desarrollar una identidad; de nosotros dependerá la calidad de vida que añoremos para nosotros y nuestra sociedad o entorno; tenemos que construir nuestro ego, sin destruir otros o sin pisotear a nadie… Nada mejor que el “silencio sabio” para madurar nuestro ego… Tenemos que buscar en la “Piedra filosofal” la conciencia azul y lograr “el acuerdo de almas” para que todos crezcamos juntos. Solo la “iluminación interior” nos asegura un crecimiento homogéneo en todas nuestras almas; así todas las almas vengan con diferentes roles y tiempos… el amor, el verdadero amor humanizado y humanizador, nos puede brindar un plan perfecto y eterno. Continuará >>>>

Hector Cediel Guzman (“Cedielus”)
Colombia
 hectorcediel@gmail.com

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