Los alimentos bajo la Lupa

Qué hay detrás de lo que comemos ¿Cada vez más cocineros, periodistas e investigadores de todo el mundo analizan lo que ingerimos a diario y proponen el "activismo gastronómico “ y el regreso al cultivo natural y orgánico.

Por Violeta Gorodischer | Para LA NACIÓN ¿Por qué hay frutas de verano en invierno? ¿En qué momento las verduras dejaron de tener aroma? ¿Cuándo fue que la carne y el pollo perdieron proteínas y empezaron a tener un sabor parecido? Estas son sólo algunas preguntas que la gente comienza a hacerse y que muchos cocineros, periodistas e investigadores, englobados con el rótulo de "activistas de la comida", intentan responder.

De un tiempo a esta parte proliferaron libros, películas y documentales que buscan denunciar los mecanismos de producción que subyacen a las cosas que ingerimos a diario. …Todos revelan cómo las vacas se trasladaron del campo a los feedlots, los cerdos de sus chiqueros a galpones de engorde intensivo y los pollos a cámaras de crecimiento acelerado. Cómo la vida de los criadores y la calidad de todos estos alimentos, en definitiva, se han empobrecido.

Mientras la paranoia de los ciudadanos europeos sigue vigente, luego de que la cadena de supermercados Tesco (la mayor de Gran Bretaña) sacara del mercado hamburguesas en las que se detectó el uso de carne de caballo, cada vez se ven más acciones concretas ligadas al activismo gastronómico. El objetivo, dicen, es promover formas de producción y consumo más justas y responsables. Slow Food Movement, creado en 1989 y con casi 100.000 socios en todo el mundo, o la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), con 65.000 afiliados, apuestan a la diversidad alimentaria, el respeto por la naturaleza y los canales alternativos de venta de productos para pequeños productores. …Y el mediático Jamie Oliver acaba de ganarle un juicio a McDonald's tras denunciar que, entre otras cosas, el proceso de elaboración de hamburguesas incluía el lavado de las partes grasosas con hidróxido de amoníaco y su posterior uso para confeccionar "la torta de carne", con lo cual la cadena anunció que cambiará la receta.

Si por un lado abundan blogs, programas y libros para foodies, poniendo a la comida como paradigma del lifestyle contemporáneo, por el otro la toma de conciencia avanza a paso firme, dejando en evidencia las zonas oscuras de la industria.

¿Qué hacer entonces? "El tema no es dejar de disfrutar de la comida, sino informarse, estar atentos", dice Soledad Barruti, una periodista y autora del reciente libro Malcomidos (Planeta). Qué comemos, por qué y cuál es el efecto que está teniendo sobre nosotros fueron las tres preguntas que dispararon la investigación de Barruti: Granjas industriales del interior, donde "los pollos son iluminados artificialmente…, corrales sin pastura donde están las vacas, monocultivos de soja transgénica, aplicación de agrotóxicos en frutas y verduras o la cría industrial de salmones…. "La mayoría de la gente no sospecha lo que hay detrás de eso que consume a diario", advierte Barruti.

La comida que entra directamente por los ojos, moneda corriente en menús y publicidades, destaca la autora la necesidad de desautomatizar la mirada. Un paquete de galletitas, una gaseosa, cualquier snack al paso: todo se vuelve, de pronto, sospechoso. "La manipulación de las fórmulas de alimentos procesados tiene por propósito que lo que comemos nos encante -explica Barruti-. Para eso, se incorpora un tendal de saborizantes, ingredientes que generan texturas, colorantes, adictivos como cafeína y cantidades exorbitantes de azúcar, sal y grasas".

Se perdió la proximidad con los productos. Y algo muy parecido sucede con las frutas y verduras. En detrimento de la variedad, la calidad y los aromas de otros tiempos, hoy todo aparece homogeneizado, respondiendo a un mismo y monolítico criterio. … Las plantas crecen en situaciones tan artificiales que no toman del suelo lo que necesitan" .Eso, sin contar el uso desproporcionado de agrotóxicos…

"Mientras en la naturaleza la biodiversidad es la única ley, las grandes compañías generaron un sistema productivo de monocultivos intensivos, es decir, una única especie en miles de hectáreas, que sólo sobreviven porque se los rocía con altas dosis de agroquímicos, armando un medio ambiente artificial y venenoso para cualquier cosa que no sea lo que están produciendo-dice Barruti-.

Es tal la cantidad de productos tóxicos que a muchos los ingerimos de las maneras más insospechadas: los lácteos, la carne, el pescado, tienen órgano clorados que continuarán en nuestra cadena alimentaria decenas de años después de la aplicación porque persisten en el suelo".

Ante este panorama, las preguntas son tan obvias como inquietantes: ¿estamos acorralados?, ¿no podemos comer nada? Barruti admite que al principio su primera reacción fue la misma. Pero de a poco, transformándose ella también en activista, descubrió que una salida posible, hoy en día, está en la pequeña escala…. y el regreso al cultivo natural y orgánico….

"La gente no dedica tiempo a cocinar, algo fundamental para comer mejor y más barato", declaró Paolo di Croce, secretario general de Slow Food Movement International, al diario El País. …Según un informe de las Naciones Unidas, se tira el 40% de la comida en el mundo. "Comemos demasiado, y mal -concluyó el secretario de Slow Food Movement.

 

Fuente: Fragmentos tomados de http://www.lanacion.com.ar

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