LA PRIMERA VEZ

Podemos decir en forma teórica que el nudismo es un estilo de vida, que es una forma de relacionarse con la naturaleza y con el prójimo en forma respetuosa y libre de preconceptos, pero… con eso no basta. Para comprender cabalmente lo que es el nudismo hay que probarlo y el resultado de esa experiencia tiene que ver con las sensaciones que tenemos y hemos tenido, con las experiencias que hemos vivido desde la infancia y con los preconceptos con que hemos sido educados. Aun así, y después de haber tenido esta experiencia por primera vez, nada garantiza que la persona decida ser nudista y que le guste desnudarse frente a la sociedad. He aquí fragmentos de la experiencia de una periodista que se desnudó para una nota… y aparentemente no desea volver a intentarlo.

YO FUI NUDISTA
por Leni González

Ninguna otra huella es más profunda. Conocí la vergüenza a los cinco años…. Era verano y mi mamá me encargó un mandado al que, como era lo usual, fui vestida con mi bombacha, la única prenda con la que andaba todo el día desde la “Pelopincho”  a la vereda… Con la lista y la plata apretujadas en la mano, esperé mi turno. Tenía adelante a un nene apenas mayor que yo y dos señoras con las bolsas de las compras. …Una de ellas, la más maternal , se me acercó… “decile a tu mamá que te arregle el elástico porque se te ve todo y ese nene te está mirando y queda feo. No me acuerdo nada más. Creo que permanecí quieta, …con los ojos clavados en …mi gastada bombacha amarilla a la que, pobrecita, empecé a odiar por traicionera. Por supuesto, abandoné el bombachismo para siempre. Y descubrí que la mirada de afuera no era como la de mi mamá….

Aunque resulte bastante extraño, muchos años más tarde, precisamente este verano 2011, cuando le conté a mi mamá que iba a visitar una playa nudista, me dijo indignada: “¡Por qué nadie le avisa a esa gente que queda feo!” Tomé el bus a Chapadmalal para perderme en la playa Escondida, desde 2001 la primera de su tipo de la Argentina –a la que se sumó hace dos años playa Querandí, cerca de Mar de las Pampas– y una de las tantas en el mundo que reconoce los lineamientos de la Federación Naturista Internacional, una especie de ONU al aire libre de la que tuve noticias al consultar la página de la Asociación para el Nudismo Naturista Argentino (Apanna), una entidad civil, de bien público y sin fines de lucro.

En un Bed & Breckfast nudista donde me aloje, el argumento más votado sobre por qué sacarse la malla en una playa frente a los ojos de los demás es que la desnudez no genera estatus: no importa si la biquini es la misma del año pasado porque ya no te comprás; no importan tu panza, tus cicatrices, tu prótesis,… nada de eso importa porque el sol brilla para todos y el útero mar nos acaricia adonde nadie llega. Y renovados renacemos felices.

Reglas: Sin embargo, los adultos las necesitan y se llaman “códigos de convivencia y ética”, son de aplicación obligatoria en toda playa nudista del mundo y dicen:

  • El desnudo es aconsejable pero no obligatorio en lugares públicos.*No fotografíe, grabe o filme sin permiso expreso de otras personas

  • No contamine el medio ambiente

  • Respete la fauna y flora del lugar

  • No lleve mascotas a la playa

  • No incurra en exhibiciones de carácter obsceno, en propuestas o comentarios con connotación sexual

  • La actividad sexual se considera un acto privado

  • No mire a gente en forma molesta, provocativa o persisten

  • No tenga conductas discriminatorias

  • Lleve siempre una toalla personal para sentarse por motivos de higiene.

  • No se exceda en la ingesta de bebidas alcohólicas

  • Prohibido portar, o utilizar, drogas tóxicas y/o ilegales

Como a los mandamientos, leí el código y me fui a la cama. Al otro día, teníamos playa…. Fue sencillo llegar a La Escondida. A un paso de la ruta, está el estacionamiento plagado de autos de alta gama, y el parador con bar y chef belga, reposeras y mesitas con sombrillas sobre un deck, masajista ...y sector vip … con piscina climatizada y camastros… Por sucesivas escaleras rústicas, se baja a la playa en forma de herradura y protegida entre acantilados y médanos.

…La playa es pública, es decir, no hay que pagar ni consumir absolutamente nada para entrar ni para ir a los baños, pero sí hay un sector para alquilar sombrillas . Tampoco hay vendedores ambulantes pero sí un señor con turbante que recibe encargos y hace el delivery de la arena al bar.

Pero en la playa, al menos este día, hay muy pocos chiquitos. El paisaje se conforma por adultos de treinta y tantos para arriba con alto porcentaje de cincuenta y sesenta; los caballeros, mínimo, duplican a las damas: mucho varón solo o en grupo, y las mujeres siempre en pareja.

 Dos son las sorpresas que una debutante como yo se lleva al pisar la playa por primera vez: uno, es muy, pero muy chica. Nada de espaciosas arenas para correr hacia el infinito. En playa Querandí, en cambio, sobra el espacio pero, por otro lado, no hay ningún servicio y hay que llevarse hasta el agua potable.

El guardavida de la playa tiene 27 años y usa short. Y mirar cuerpos desnudos a los cinco minutos no provoca nada. “Jamás tuve una erección. Y nunca vi que le pasara a alguien. Es mucho más excitante una mujer vestida”, dice.

“Acá no venís a levantar. Para eso, voy a una disco. Los desnudos no son sexis. No es ir contra el orden establecido, no es cambiar el mundo ni ser hippie, no hay ideología, no soy gay ni swinger: me gusta venir acá sin otra explicación”, dice Luciano, soltero de 34 años, un camionero hijo de camioneros, que va con su jefe a la playa pero no se lo cuenta a sus padres.

“¿Y? ¿Te vas a desnudar o no? me arenga. No puedo. Hay mucha gente. Veo pasar la vulva depilada de una señora grande. Veo llorar a varios pares de tetas. Veo miembros fláccidos y compruebo que hay de todos los tamaños y tonalidades. Algunos cuerpos son bellos, no lo sé. Pero queda feo. Mi mamá tiene razón”, pienso y no lo digo. “La belleza es una convención social, por supuesto”, aclaro, en voz alta, por las dudas. ¿Y si se me mete la arena ahí? ¡Te vas al agua! Sí, claro. No me animo, sorry.

Al otro día, amanece nublado. Repito el camino… Ahora tengo que hacer la foto para la nota. En una cuevita natural, bajo un acantilado, me saco la ropa. Tiene que ser rápido, sin pensarlo, y hace frío. Corro por la playa mientras la fotógrafa dispara y trato de no enterarme de que algunos observan. No puedo superar mi sensación de ridículo. Quiero mi malla nueva comprada en una liquidación, ya. No hay liberación para mí. Moriré esclava y con las botas y las enaguas puestas. Esa noche, volví a soñar mi sueño recurrente: estoy en una fiesta muy elegante y olvidé terminar de vestirme; me oculto tras las cortinas; me pego a las paredes; no hay manera, sufro horrores: estoy en bombacha″.

 

Fuente: http://elguardian.com.ar/nota/revista/4/yo-fui-nudista