La esencia del naturismo incluye honrar y respetar la naturaleza. Y esta
temática fue tratada en forma magistral por los impresionistas, a través de
sus jardines llenos de luz y colorido.
A partir de noviembre de 2010 y por el
término de dos años, el Museo Thyssen-Bornemisza de Paris junto con la
Fundación Caja Madrid expusieron de más de 130 obras de pintores
impresionistas y postimpresionistas con un vasto recorrido por el tema de
los jardines y la naturaleza en la pintura desde mediados del siglo XIX
hasta comienzos del siglo XX.
A mediados del siglo XIX, la
introducción y el cruce de cientos de plantas y especies de flores exóticas
procedentes de Asia, África y América, así como la apertura al público de
los parques reales, estimularon en Francia y otros países europeos un gran
movimiento hortícola. Diseñar y cultivar jardines se convirtió en una pasión
a la que no fueron ajenos los pintores impresionistas Y los pintores
salieron de los interiores al aire libre y exploraron el jardín como
paisaje. Artistas como Millet, Corot y Daubigny serían precedentes
inmediatos de la pintura impresionista francesa.
Las características de estas obras
están marcadas por tres polaridades;
La ciudad y el campo.
El jardín aparece como un
punto de encuentro entre lo urbano y lorural, sea como una isla
de naturaleza en medio del asfalto o bien un fragmento del campo. Los
pintores representaron tanto los jardines campestres como los parques
parisinos
El parque público y el jardín privado.
La
segunda polaridad se establece entre los grandes espacios verdes de
carácter público y los pequeños jardines privados, frecuentemente
vinculados a la casa del propio artista. Monet y Pissarro, nos revelan
los parques de París y otras ciudades como escenarios de una intensa
vida social donde cohabitan y disfrutan las diversas clases. En el
jardín privado, los mismos pintores plasman el ámbito de la intimidad y
lo personal: la conversación, la lectura, el juego o el reposo
La naturaleza decorativa y la productiva.
La
tercera oposición se establece entre el jardín decorativo como escenario
del ocio y la vida social, y el jardín productivo como espacio de
trabajo, por ejemplo el huerto, con especial énfasis en la figura del
campesino
Por cuestiones de espacio
hemos seleccionado algunas de esas obras a modo de ejemplos