¿Por qué perturba la desnudez?
Por Juan
David Torres Duarte
En junio de 2014 pasado, la artista luxemburguesa Deborah de Robertis se
sentó frente al cuadro ‘El origen del mundo’, de Gustave Courbet, en una de
las salas más transitadas del Museo de Orsay en París, y mostró su sexo,
casi estática en una performance que no había sido autorizada por el Museo.
Esta pequeña tela, pintada en 1866 por encargo de un diplomático y
coleccionista turco, muestra los órganos sexuales de una mujer sin rostro,
en una postura que raya la pornografía.
Vestida en tonos dorados, la artista luxemburguesa se sentó en el suelo
delante del cuadro mientras se escucha recitar un poema que dice: «Yo soy el
origen, yo soy todas las mujeres. No me has visto, quiero que me reconozcas.
Virgen como el agua creadora de esperma». De este modo, llamando la
atención de un puñado de personas que visitaban la sala del museo en ese
momento, la artista destapó su sexo. Guardias del museo alejaron a un grupo
de personas que, se habían reunido allí para ver el espectáculo y los
guardias pidieron a la mujer que saliera. …Más allá de la calidad de su
performance, De Robertis quería producir en los espectadores cierto
desconcierto, una pululación de los sentidos hacia la moralidad, y logró más
aplausos que críticas.
"Mi obra -bautizada 'Espejo del origen'- no refleja el sexo, sino el ojo del
sexo, el agujero negro” manifestó la artista al ser reporteada.
El desnudo es, tal vez, uno de los
motivos más comunes en el arte plástico. Las esculturas más apreciadas por
los museos, y que pertenecen a la época gloriosa de Grecia y Roma, son
desnudos tallados que contribuyen a la idealización: cuerpos fuertes,
grandes, anchurosos, tan sólidos e inmortales como la roca de que se
alimentan. En el arte clásico el desnudo está atado a este tipo de
representación, que no configura ninguna molestia. La Venus de Milo muestra
ambos senos y un abdomen, si se quiere, sensual. El cuerpo es aquí una forma
de la gloria de las deidades, el modo más sencillo de expresar que su valor
supera al de los hombres.
La religión y la moral, sin embargo,
hicieron lo suyo durante la Edad Media. La posesión de material artístico
por parte de las instituciones más poderosas del catolicismo, y también el
extenso papel de la Inquisición, permitieron que la Iglesia controlara la
censura de arte. Cuando Miguel Ángel pintó las figuras desnudas de la
Capilla Sixtina, otro artista se encargó de pintar hojas de parra sobre cada
uno de los sexos de los ángeles… …Cuando su ‘David’ fue puesto en una
plaza pública, los transeúntes la abuchearon por que mostraba su pene. Una
hoja de parra cubrió la obra original por algún tiempo,… ‘La maja
desnuda’ mandó a juicio a Goya y la obra fue ocultada en una colección
privada por casi un siglo.
El historiador británico de arte
Kenneth Clark habla en ‘El desnudo’ (‘The Nude’) de esta
constante tensión en el arte. Jonathan Jones, crítico de arte del diario
inglés The Guardian, opina con referencia al texto de Clark: “Un cuerpo
desnudo, argumentaba, es vulnerable y defectuoso, feo y decadente. La
desnudez es ideal y generosa. No es un cuerpo real, sino imaginado”.
Clark divide esta exposición del cuerpo humano entre desnudez y desnudo (en
inglés, la división lingüística es más evidente: ‘nakedness’ y ‘nudity’).
Sin embargo, disiente con Clark en que: “lo errado de la idea de Clark es
que separa arte y vida de un modo muy marcado. En arte, existen cuerpos
desnudos quebrados, vulnerables, y existen chispazos de perfección física,
de formas arrebatadas, en la desnudez. La vida también es así. Existe la
belleza física, existe el amor físico, y hay momentos en que el cuerpo del
amante alcanza la majestad divina”.
Quizá es aquella majestad lo que
asusta a los censuradores: la revelación…del cuerpo como una de las formas
esenciales humanas. Es muy probable que esa aceptación de humanidad, a
través de la mera exposición, de la exposición del error -la asimetría de
los cuerpos, su decadencia- sea un motivo suficiente para censurar una obra
de arte. En ese entonces y ahora, el arte parece estar consagrado a la
perfección de la forma, a pesar de que no exista tal. El arte contemporáneo
se encargó de dilucidar la existencia de un nuevo cuerpo de maneras más
sutiles y por ello, con mayor impacto.
La Olympia de Manet se convirtió en un objeto
sexual… la orquídea en la cabeza de la mujer, sus tacones, la pulsera, todo
apuntaba a la sensualidad y a la exposición sexual de un cuerpo que parece
dispuesto a ella. La mano sobre su sexo puede ser interpretada como pudor,
pero más valdría, conociendo la París de entonces, afirmar que esa
prohibición no es tan tajante: es apenas una insinuación.
Algunas semanas atrás, la artista
japonesa Megumi Igarashi fue enviada a la cárcel por una semana, acusada de
difundir material “obsceno” por crear un kayak en forma de vagina. El
significado, con sus propias singularidades, podría apuntar al mismo que
quería darle De Robertis a su performance. “La vagina es parte importante
del cuerpo de las mujeres y está relacionada, por ejemplo, con el parto o la
menstruación” -dijo Iragashi.
Pensamiento y sensibilidad: ambas
categorías, que definen la naturaleza humana, se enfrentan en la exposición
de un desnudo. La segunda busca abrir la percepción sensible; la primera
espera limitarla. Un desnudo expone más el efecto sobre quien lo ve que
sobre sí mismo. La sorpresa y la representación están instaladas en el
público: el artista quiere retratarlas.
Artículo tomado del
http://www.elespectador.com/
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