¿POR Qué ME DESNUDO?
Desnudarse no debería tener las
implicancias negativas que hoy existen en nuestro mundo occidental y
cristiano, como suele llamárselo.
Lo natural es nacer desnudo mientras
que el primer acto antinatural es vestirnos y primeramente cubrir
nuestro aparato genital. Esto es algo que debe ponerse en crítica, a
pesar de que generación tras generación lo hemos llegado a tomar como un
hecho naturalizado y fuera de toda discusión.
El cuerpo ya no nos pertenece.
Pertenece a un sistema de valores impuesto y naturalizado. Debemos por
lo tanto ajustarnos a esas normas y principios establecidos. Ahora bien,
si yo no puedo empíricamente integrar mi cuerpo como totalidad ¿con que
experiencia empírica integraré el concepto de totalidad? ¿Cómo
construiré en mi mundo interno el concepto de totalidad, si en el primer
Acto de vida me lo están fragmentando?
Mi cuerpo es una unidad, que no debe
estar dividido en partes púdicas e impúdicas, públicas y privadas. Mi
cuerpo Es, existe y como tal no está fragmentado. Tampoco el de los
demás. Negar la visibilidad de los órganos sexuales, por estar solamente
asociados al acto sexual, es un prejuicio que merece ponerse en crisis.
Existimos hombres y mujeres con cuerpos diferentes ¿es la diferencia lo
que se pone en cuestión? ¿Cómo entonces internalizo que la diferencia
enriquece?
El acto social de compartir
desnudeces, lejos de provocar promiscuidad, es un acto altamente
saludable.
Me desnudo para apropiarme de mi
cuerpo. No Hay nada malo en él. No hay nada oculto, ni ocultable. Esta
es la experiencia más saludable que puedo internalizar. Recuperar mi
cuerpo es recuperar salud. Recuperar mi cuerpo es repensar el concepto
de totalidad. De unidad.
Internalizar desde una manera empírica
este concepto de totalidad, me va permitir construir un pensamiento
integrador de conceptos abarcativos. No discriminante. Mi lenguaje será
un lenguaje de la totalidad, integrador, libre, no especulativo entre lo
que muestro y escondo, entre lo que digo y callo, entre lo que pienso y
manifiesto. Pensemos este impacto en el cuerpo social. De un cuerpo
social fragmentado e intolerante a la diferencia, a un cuerpo social
integrado y complementario.
Me desnudo también por una toma de
postura política. Nuestro cuerpo enajenado es ofrecido en forma
antojadiza en las pasarelas como el cuerpo ideal. Quienes lo poseen
alcanzan el éxito, para los que no cumplen los estándares hay creada una
parafernalia de servicios que representan uh pingüe negocio para los
mercaderes del cuerpo. La cosificación sobretodo de la mujer, trae
paralelamente incentivos que facilitan el negocio de la trata, de la
prostitución, de la explotación sexual. Desnudarse socialmente es
oponerse a toda esta manipulación nefasta. Somos lo que nuestro cuerpo
dice que somos. En él nos reconocemos ante los demás. Cuanto más
genuinos somos, más sincera será la relación que construiremos.
La industria textil es una de las que
más explotación genera. Obreros esclavizados, sueldos miserables,
sometimiento a la moda que uniforma o discrimina según la conveniencia,
desfiles de moda, banalización permanente de nuestra identidad.
Desnudarnos socialmente es decirles no a tanta alienación y comercio. El
vestido recobrará así su función y concepto esencial de utilidad.
Utilizo el vestido como protección, no como consumo ni moda. El vestido
de la piel es el más perfecto y saludable de todos-.
El desnudarme también es una postura
espiritual. Sentirse vulnerable, es `poder trabajar sobre el orgullo y
la soberbia con la que nos revestimos. Es aunarse con una naturaleza
vulnerable, hermanarse con los demás seres vivos. Es despojarse junto
con la ropa de prejuicios y preconceptos. Es trabajar con el cuerpo
real, con la realidad, con la historia real. Es intentar siempre
construir sobre la verdad, porque mi cuerpo es la verdad y en él se
refleja la historia de mi vida.
Desnudarse no es gratuito. Es un largo
trabajo, un recorrer un camino de vuelta hacia el interior, es
desafiarse permanentemente a mirar lo real, a no caer en la tentación de
banalizar el desnudo, a convertirlo en una moda de consumo. Es aceptar
el paso del tiempo, a contramano de las múltiples opciones de
operaciones estéticas para mantener la ilusión de la eterna juventud, es
aceptarse transitorio, ver a la muerte como la natural renovación de la
vida. Desnudarse es la fiesta del reencuentro conmigo mismo, con los
demás y con la naturaleza.
Enrique Carfagnini
ecarfag@yahoo.com
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