Nudelot nuevos hallazgos.
Capítulo 19- Homilía DEL MONJE FRINUD: El canto a la Libertad

Entre los pergaminos encontrados en las criptas de los monjes nudelotenses hay un manuscrito, lamentablemente con partes ilegibles, que es un canto a la libertad, que es la transcripción de una homilía del monje FRINUD a sus acólitos. “…Ustedes desean que les hable de libertad, desde mi punto de vista y sentir. Sé que aguardan con ansiedad mis palabras o conceptos, y con el mayor de los gustos, he escrito unas letras para su alma, para esos niños adultos que se enfrentan al mundo.

Nada es más humillante y frustrante, que esa sordera o ceguera, que maquilla sentimientos, manipula valores, se aprovecha de miedos, de temores, inocencias o impotencias, para evitar el eco de los desesperados gritos de libertad o por liberación. Por eso, es el silencio el peor culpable de muchas desgracias humanas o espirituales.

Hay gritos de gritos y muchos de ellos dependen del tono o de esa expresión que le imprime la desesperación. Pienso que detrás de todo intento suicida, existe un grito desesperado por liberación. Estos gritos nos permiten exorcizar miedos, recelos, capturas y tabúes o impedimentos que nos impiden ser o alcanzar esos estados ideales de placidez que visualizamos.

No es fácil alcanzar esos estados de autonomía que nos permiten ser libertos, inclusive siendo adultos, por dependencias o limitantes.

El consumismo y esas falsas sociedades contemporáneas, nos han impuesto absurdos códigos, falsos estereotipos y hasta los mismos representantes de Dios, se han tornado diabólicos o perversos. Se han derrumbado como ídolos de barro, muchas personas que habíamos idealizado o simplemente: el enemigo capaz de arruinar una vida o un espíritu para siempre, convive en los mismos espacios o son muy cercanos a nosotros.

Todos saben que estando lejos, colocando tierra de por medio, se está más seguro… pero la apatía y hasta permisividad de seres que dicen amar a sus seres más adorados, se tornan en celestinas cómplices de estas bestias. El miedo al castigo genera dependencia y renuncia a la ansiada libertad, porque poco a poco, se pierde el amor propio. Se renuncia a esas responsabilidades que en un momento dado se podrían asumir y se termina resignado a lo peor, renunciando a cualquier tipo de emancipación.

Para ser libres, emancipados de verdad, se necesita firmeza y respeto a si mismo… La redención se logra recobrando la dignidad y la confianza en nosotros. Ningún tipo de reparación lograra borrar las cicatrices del alma, pero la salvación, su salvación o la de cualquiera, depende de la reivindicación, de ese nuevo desempeño que nos permita des-construir ese infierno, desacoplarnos de esa falsa realidad que consideramos hasta natural, desclavarnos de los temores, volver a tener confianza sin aprensiones que atenten contra nuestra estabilidad, esa solides espiritual tan necesaria, esa seguridad que indispensable para todos nuestros pasos y decisiones.

No basta decir. Hay que perdonar y olvidar, para recuperar nuestra estabilidad espiritual. Hay que denunciar, desenmascarar y llevar hasta las últimas consecuencias, ignorando ese temor a un absurdo que dirán, de una sociedad permisiva y que a la hora de la verdad, nos da la espalda.

Debemos reconquistar, recobrar el amor propio, la seguridad en nosotros mismos, la fe y el respeto a los otros y remediar y subsanar esas heridas invisibles. Es increíble como personas maravillosas, absolutamente felices, callan un gran secreto. Solo el amor puede resarcir y aportar ese desagravio tan añorado y necesitado. Tenemos que recuperar y restaurar valores. Tenemos que apoyar las cruzadas o los emprendimientos relacionados con este tema. La redención verdadera depende del recobrar estos valores y medios de liberación. No basta ofrecer ayuda, ni una simple compensación o excusas. Es dar y recibir con amor, esa mano de ayuda. Es en vida que se requiere de ese apoyo, de cualquier tipo de cooperación, auxilio o ayuda. Mañana podrá ser demasiado tarde. Una asistencia oportuna, puede evitar hasta peores tragedias.

La vida nos enseña a viajar día a día, más livianos. Desocupar el alma de recuerdos o remordimientos innecesarios que nos asfixian. Mirar con optimismo al futuro. No sujetarse a banalidades que nos inmovilizan.

A partir de hoy ustedes pueden ser los emancipadores de su vida, conquistar su propia felicidad, dispensar sus errores, no permitir más licencias absurdas o un indulto que no remedie o redima tanto daño. Ustedes no están solos y hay medios dispuestos a defenderlos. (Desde aquí el manuscrito es ilegible…)

Héctor Cediel Guzmán
hectorcediel@gmail.com

Continuará >>>>

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