DESCONSUMISMO

Por qué si somos capaces de viajar con una pequeña maleta, acumulamos cosas en nuestras casas de las que podemos prescindir? No se trata de vivir como ascetas, sino de preguntarnos si realmente necesitamos lo que estamos adquiriendo.

Parte del contenido del naturismo es la búsqueda de una vida no condicionada por el consumo de cosas y servicios que la moda nos impone y que nosotros incorporamos inconscientemente a través del bombardeo de publicidad que trata de crearnos necesidades que no son tales.

Anuncios como: "SALE”, “20, 30 o 50 % OFF”, “2 x 1”, “LIQUIDACIÓN TOTAL”, “ÚLTIMOS DÍAS”, “12 CUOTAS SIN INTERÉS”, etc. despiertan en nosotros, en forma inmediata e irracional, el deseo de acumular, de cambiar lo que tenemos por algo nuevo, de atesorar cosas que no necesitamos.

Esta invitación, esta luz roja que nos atrapa, ideada por la publicidad para vender, produce sobre todo en las mujeres, una sensación vertiginosa de placer y bienestar que son adictivos y nos llevan a comprar en forma compulsiva e irracional.

Y es natural que esto pase porque estamos en una sociedad de consumo que necesita de esto para realimentarse, para crear fuentes de trabajo, para atraer capitales necesarios, etc.

Por lo tanto no se traba de transformarse en un Ermitaño y vestir una sola túnica. Se trata de hacer conciencia, de pensar cada vez que caemos en estas trampas, si realmente estamos adquiriendo algo que necesitamos. Si la respuesta es no, aun así es totalmente comprensible que lo deseemos, pero lo importante es tener la capacidad de poder actuar en forma libre, de decidir qué es lo que estamos haciendo y por qué

Con el tiempo, y a costa de detenernos a reflexionar: “Necesito realmente comprar este objeto para sumar a los muchos iguales que guardo? Es muy probable que a la larga la respuesta sea: “no, no lo necesito realmente". Y allí estaremos dando el primer paso para el desconsumismo, y preparándonos para afrontar la vida de una forma mucho más natural y descontracturada, sin cuotas ni deudas que no nos conducen a la felicidad y por el contrario nos esclavizan.

Una experiencia enriquecedora “Deseo consumido”

Fue en base a esa reflexión que Evangelina Himitian y Soledad Vallejos, periodistas del diario porteño La Nación, iniciaron el 1 de abril un gran desafío: pasar un año sin comprar nada, para poner “jaque al consumismo” en sus vidas.

Para registrar la experiencia publican desde ese día crónicas y relatos en el sitio “Deseo consumido“, en Facebook y Twitter.

Ambas explicaron que no persiguen ni “un objetivo económico” ni “ahorrar dinero”.

En cambio, esperan “salir de esta experiencia enriquecidas. No monetariamente, sino por la posibilidad de compartir, de regalar, de sobrevivir alejadas del consumismo como razón de compra”.

Sugiero leer la nota, donde estas “ex consumidoras” como se autodefinen, explican qué harán con las compras de alimentos e higiene; regalos; para sus niños (ambas son madres); peluquería y salones de belleza; y gastronomía fuera del hogar.

“Este proyecto no es equivalente a un voto de pobreza ni a un tratamiento de rehabilitación de adicciones”, aclaró Himitian “…“La idea es dejar de acumular aquello que ya no sabemos dónde poner. Pasar un año sin comprar nada más que lo estrictamente necesario es para mí un camino de autoconocimiento que elijo recorrer como una manera de explorar mi relación con las cosas”, afirmó esta periodista, de profundas convicciones cristianas y dueña de una sensible y femenina pluma periodística.

Este año no me voy a comprar ninguna de las tres carteras que en promedio compra una mujer argentina. Tampoco las dos cremas faciales que me tocarían según la media de las estadísticas del sector. No voy a adquirir ni un gramo de esos siete kilos de ropa nueva que llega a los placares de los argentinos cada año, equivalente a unas 14 prendas. Tampoco destinaré el 5,5% de mi presupuesto de compras personales para zapatos. Y haré lo posible para que mis hijas no acumulen los 100 regalos que en promedio recibe un niño a lo largo de un año.

No soy una compradora compulsiva en recuperación. No hice un voto de pobreza. Y tampoco milito el ajuste. Sólo me cansé de acumular. Soy una argentina de clase media y como les pasa a muchos otros, mi capacidad de comprar cosas se ve reducida día a día como consecuencia de la inflación y de los aumentos.

Pero además, desde hace un tiempo que empezó a hacerme ruido este ritmo de comprar-usar-acumular-descartar de la sociedad del hiperconsumo.

Por eso estamos enroladas en una experiencia que algunos juzgan de extrema: Deseo Consumido. Vamos a pasar todo un año sin comprar nada más que lo necesario y vamos a contarlo semanalmente en un blog

La única excepción pasa por la definición de "lo necesario". Esto es, sí compraremos comida, artículos de higiene y todo lo necesario para que nuestros hogares sigan en funcionamiento y nuestros hijos continúen sus vidas, sin que nuestra experiencia se convierta en un tormento para ellos. La idea es dejar de acumular aquello que ya no sabemos dónde poner.

Llevamos poco más de un mes. Nuestra nueva vida despierta muchos interrogantes. Casi nadie resulta indiferente al tema. Muchos se enfocan en cómo vamos a hacer, o en todo lo que nos vamos a perder.”

Qué y cómo acumulamos?

Trial Panel es una consultora de investigación de mercado. Realizó una encuesta para conocer cuán acumuladores somos los argentinos; qué acumulamos y por qué no podemos deshacernos de los objetos que no usamos.

Al preguntar sobre aquello que más cuesta soltar, al tope de la lista está la ropa (con el 65% de las menciones). De hecho, 8 de cada 10 encuestados afirma guardarla por si vuelve a ponerse de moda. Siguen los libros (51%); boletines, cuadernos escolares, trabajos prácticos (43%); calzado (42%); estudios médicos (37%) y envoltorios, cajas de regalo, bolsas de cartón (36%).

Los principales motivos por los cuales se guardan estos objetos son: "Porque creo que en el algún momento puedo llegar a utilizarlos" (81% de las menciones). "Porque me trae algún recuerdo" (49%). "Porque aunque está roto pienso que voy a arreglarlo" (29%). Y "porque son de un ser querido" (28%). Entre los lugares elegidos para guardar estas cosas figuran los placares y roperos (con el 75% de las menciones), los cuartos de la casa que no tienen un uso específico (43%) y el lavadero (21%).

Este camino que emprendimos de pasar un año sin comprar nada más que lo necesario está dando sus frutos. Por lo menos, la población de bolsas de cartón de productos nuevos ha empezado a decrecer. Pero también este mes y pocos días que llevamos nos sirvió para mirar hacia adentro de nuestras casas. Hacia adentro de nuestros placares y armarios. Además de no comprar, empezamos a sacar, a separar, a regalar.

 

Fuente. La Nacion.com

* La autora es periodista de LA NACION y escribe sus experiencias junto a Soledad Vallejos en el blog www.deseoconsumido.com, en TwitterFacebook e Instagram