Nudelot Nuevos Hallazgos.
“El balcón de los suspiros"
Yo mismo he sufrido dentro de este proceso de
liberación. Nuestro pensamiento depende y obra bajo la presión de muchos
miedos. Hasta nuestras emociones son imperfectas.
La liberación no es un privilegio. La
independencia nos genera una mejor y más sana inmunidad, que nos permite
sentiremos más sueltos, despejados, desembarazados de miedos, y con un
poquito de osadía.
El balcón de los suspiros, liberaba de
muchos conceptos indecentes, de los desenfrenos perversos, de lo
deshonesto, y de la torpe obscenidad del hombre mediocre.
Para el nudelotense la salud espiritual era lo
primero. Sin enfermedades, se convive en armonía, se tiene belleza,
buena salud, mejores relaciones y una sensación permanente de felicidad
o de alegría. "Si quieres enamorarte de la vida, tienes que ir a
respirar al balcón de los suspiros" se decía.
En esa época el hombre vivía en una absurda y
caótica soledad, sentía vacía su existencia y sus espacios. Tenía que
cultivar o trabajar las peores tierras hasta que era arrojado o
desterrado de los mejores feudos.
Por ello creía haber sido abandonado por sus
dioses, por el sol, y ya no le hablaba a las estrellas. Se preguntaba,
porque había sido desalojado o desplazado sin piedad, perdiendo sus
raíces culturales y familiares más profundas y, por sobre todo… porque a
veces se le privaba de su libertad. De la felicidad pasaban a ser
esclavos del dolor, a deambular cuál espectros o zombis, a sufrir o
padecer bajo la voluntad de hombres sin sentimientos.
Pero muchos de esos desterrados, se fueron
enterando que existía un paraíso, una hermosa comuna en donde los sueños
podían coexistir con amor y respeto. Era Nudelot donde el amor era más
que piel… Y solo el amor puede llenar los vacíos de la desolación.
En Nudelot todos tenían acceso al conocimiento y
el perfeccionamiento, porque todos somos imperfectos en nuestras
palabras, espíritus y cuerpos. El conocimiento era transmitido de manera
gratuita y altruista. La música era muy importante en estos procesos de
aprendizaje: la flauta para ensoñar y el tambor para memorizar.
En las "pirámides de luz", se aspiraba el "verde
de luz", en forma de incienso que generaba un mareo brillante y
pleno de sosiego. Eran emocionantes y muy emotivas esas meditaciones.
Día a día eran más nítidas las imágenes y los mensajes que nacían de
esos pequeños "cónclaves del saber". El secreto era relajarse y soltarse
al universo. "El pastor del rebaño", como se le llamaba al guía
espiritual, insistía en abrir el corazón para experimentar, en regresar
siempre con un mensaje y por eso se hablaba de los "mensajeros de la
luz". Se le enseñaba a ser un ser de luz.
Y la sabiduría de los mayores era llamada: "la
floración otoñal de los florecidos otoños" por ser la filosofía
pragmática de la vida… En Nudelot se aprendía a liberar esas emociones
de manera sencilla y fácil. No es fácil superar y eliminar el actuar, el
pensamiento o el comportamiento como viejos hombres. Era preciso liberar
todas aquellas emociones que angustian y saber superar también ese ego
barreras, que no siempre son válidas o generosas con nosotros.
Existen demasiadas emociones saboteadoras de
nuestra felicidad. Es inevitable el no vivir las emociones o evitar
alteraciones en nuestros estados físicos. Lo importante es pensar
siempre en cambiar nuestras vidas para mejorar, para progresar, para
crecer.
Ninguna cosa o emoción permanece inmutable, nada
es permanente o eterno. Todo llega y se va, como el día y la noche.
Nosotros mismos somos fuente y ejemplo de cambios emocionales. La
naturaleza de la existencia es mutar, evolucionar.
El tiempo mutila al destino, como el otoño las
hojas de los árboles. Ojalá al final de nuestras vidas o en el invierno,
no encontremos sólo hojarasca o hojas secas. Qué hermoso sería que
nuestros corazones aprendieran a invernar. Sería bello que cada día no
se transforme en una hoja seca. Que orgullosos se deben sentir aquellos
troncos que se transforman en luz o en calor, para que otros sobrevivan
o vivan mejor.
Tampoco basta el relacionarnos con el estereotipo
del buen hombre, para ser felices, sino tiene sueños. El odio, los
celos, los deseos desbocados, son venenos que pueden terminar
extinguiendo nuestras vidas. La falta de amor es brutal al hombre. Todos
llevamos algo divino dentro de nosotros. Nada en Nudelot se podía
impregnar de violencia o competencia. Sólo con amor y ternura, se podía
prevalecer.
El mensaje era: “El hombre no puede seguir
viviendo dentro y entre burbujas individuales. Día a día el sentido del
tiempo será más acelerado y las válvulas de escape por la fugacidad del
hombre, será más absurda y diabólica, si no nos detenemos a meditar y a
racionalizar”.
Héctor Cediel Guzman (“Cedielus”)
Colombia
hectorcediel@gmail.com
Continuará
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