Intimidad y Pudor
Algunos dirán que el desnudo no es su problema, simplemente tiene pudor y el
pudor es una regla de urbanidad. Dicen de todos tenemos derecho a nuestra
intimidad y que no se puede invadir la de los demás. E incluidas en el
primer lugar de las zonas íntimas, los órganos sexuales. Tal opinión merece
ser examinada de cerca para comprender lo que encubren las palabras pudor e
intimidad.
La intimidad es
aquello que se quiere mantener en secreto, por miedo a que relevarlo juegue
en nuestra contra. La intimidad es por tanto una suerte de zona de
protección, que se construye como reacción a las amenazas de agresión.
Cuando queremos retirarnos para estar tranquilos, encontramos esa paz en
nuestra casa o en nuestra habitación, un lugar calificado como íntimo, es
decir, donde nadie vendrá a molestarnos... Si algo ruidoso o exasperante nos
perturba en ese lugar, no nos está respetando, se ha introducido en nuestro
espacio geográfico, pero sobre todo en nuestro espacio energético, es una
agresión, una suerte de violación energética.
Por tanto, es la posibilidad de que alguien no nos respete lo que crea la
noción de intimidad.
La intimidad puede incluir tanto el cuerpo como los sentimientos: zonas
sexuales del cuerpo, otras partes del cuerpo, el cuerpo entero, detalles de
nuestro comportamiento, de nuestra vida sentimental y “privada”. También la
definición de este concepto es muy personal y muy variable de un individuo a
otro, de una familia a otra, de una comunidad a otra. Varía también en
función de la situación en la cual uno se encuentra.
La forma más corriente de sentir pudor (hay
otra, ya lo veremos) es
el temor de revelar alguna intimidad. Existe el temor de mostrarse tal y
como uno es porque nos sentimos inseguros, vulnerables, expuestos
a los abusos y a la manipulación, porque se tiene miedo a ser juzgado,
porque no se confía en sí mismo. No querer revelar “mis pequeños secretos”
significa a menudo: “quiero mostrarme con un aspecto favorecedor. Si
no, soy vergonzoso, “tengo vergüenza” … ¡y esto es revelador! Como
tengo vergüenza de mí mismo y temo el juicio ajeno quiero guardar mi parcela
privada.
¿Qué es lo que es tan vergonzoso…? El sentimiento de reserva o de
resistencia con respecto a compartir nuestra intimidad es más o menos fuerte
según la confianza que otorguemos a los demás. Frente a algunas personas,
nos confiamos, ¡nos
relajamos! Con otras, desconfiamos…
Algunas personas encuentran mucho más íntimo mostrar sus emociones que su
cuerpo desnudo, porque esto los desvela de una manera bastante más profunda.
Por eso, las definiciones de intimidad, e incluso de las zonas
sexuales, son extraordinariamente diferentes según las culturas. Los pueblos
de la tierra tales como los Amerindios no han tenido nunca fobia al desnudo.
Cuando los exploradores los “descubrieron”, vivían desnudos con gran
naturalidad sin ninguna sensación de hacer mal. Los hombres griegos
practicaban los deportes al desnudo (en griego, la palabra gymnos –desnudo-
ha dado lugar a gimnasia). Las gentes del Egipto antiguo y de la Europa de
la Edad Media se bañaban desnudos en los ríos. En el renacimiento, la gente
se bañaba toda junta en los establecimientos de baño. Francisco I (de
Francia, N. del T.) y su corte se bañaban totalmente desnudos.
A partir del siglo XVII se impone una moral coactiva. Hay que decir que la
gente se mostraba desnuda con total inocencia para defecar. Hombres y
mujeres se aliviaban en cualquier lugar de las calles o de las casas, y se
quiso poner un límite. Contrariamente a lo que se imagina, el pudor que
consiste en disimular los órganos sexuales y los actos naturales es una
noción relativamente reciente.
La vergüenza de los órganos sexuales es un sentimiento fabricado por la
educación. En América, en África, en Oceanía, los colonizadores se
esforzaron en imponer la vestimenta para “civilizar a los salvajes” y les
enseñaron así la vergüenza. Por un condicionamiento basado en el castigo y
la recompensa, se creó un problema donde no lo había.
Existe, además, otra forma de pudor. Consiste en ser reservado o discreto
para no herir o contrariar a los demás. Es impúdico empacharme de pasteles
delante de alguien que está desnutrido sin siquiera mirarlo. Dicho de otra
manera, es irrespetuoso no contar con los demás. Si no tengo la posibilidad
de ayudarlo es mejor que discretamente me vaya a comer a otro lugar. Incluso
algunas personas de nuestro entorno pueden estar violentas y reaccionar mal
frente al desnudo, y hay circunstancias en las que hay que tener esto en
cuenta.
Esta forma de pudor puede llamarse consideración con los demás, delicadeza,
respeto. Si la primera forma está asociada al temor, es limitadora y nos
impide ser plenamente nosotros mismos, esta, por el contrario, muestra
generosidad, don de gentes y nos hace más grandes. Estar cómodo desnudo no
significa por tanto hacerlo no importa dónde o con quién. Es necesario
desarrollar la lucidez y el discernimiento. Hay situaciones en la que es
mejor no desvelar la propia intimidad de cuerpo o de alma.
Fuente consultada:
https://eurociudadanonudista.wordpress.com/2014/01/25/desnudarse-7-pudor-e-intimidad/ |