Nudelot Nuevos Hallazgos

A los versos que escribimos desnudos

Sentado estaba en la plaza de Nudelot el poeta Cedielus. Falto de inspiración dedicaba sus horas a mirar pasar la gente desnuda y feliz.

Repentinamente recordó con amargura aquellos años de encierro en una oscura prisión de los “Textiles” que lo capturaron y lo esclavizaron desde su niñez, hasta que, finalmente, pudo escapar gracias a una doncella que le abrió las puertas de su celda y le mostró el camino de la libertad… El camino de Nudelot. Ahora sólo le quedaba el consuelo de su poesía…

Y entonces, con lágrimas en los ojos por tan triste recuerdo, escribió en una hoja de papel que recogió del suelo.

“…Oh musa inspiradora! ¡Compartamos con amor, la hermosura de nuestra desnudez! Miserables son quienes aún se interrogan sobre lo que es bueno o malo, con mente retorcida o desde un solo punto de vista absurdo y obtuso.

Todo es relativo y hasta circunstancial en muchos casos. No existen absolutos. El insomnio y sentimientos absurdos de culpa, son fruto en la mayoría de los casos, de inseguridades, miedos o tabúes.

Escribamos con el alma desnuda. En primera persona. Toda sensación de libertad, de volar con alas propias u original iniciativa, genera sensaciones placenteras.

Declarémonos en paro indefinido, hasta que nos liberemos de los miedos opresores. Los miedos que fueron la causa de mis años de cárcel.

¿Por qué los mejores versos se engendran en el exilio, acompañados únicamente por la soledad, y cuando escribimos desnudos?”

 

Héctor Cediel Guzmán
Cedielus
hectorcediel@gmail.com

 

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