Fue en febrero de este año en que, para huir del calor de Buenos Aires,
decidimos con mi esposa conocer Tambaba, una playa nudista cercana a Recife,
Parabaiba, Brasil.
Luego de buscar alternativas de vuelo a Recife, distante a unos 100 km de
esta playa, sólo conseguimos por la Compañía Gol vuelo directo a Recife de
ida y con escala en Rio de Janeiro a la vuelta. Nos dijeron después que
había vuelos directos a Joao Pessoa, mucho más cercano a Tambaba. Llegamos a
Recife muy temprano en la mañana y alquilamos un coche, demoramos casi dos
horas a causa del intenso tránsito.
Habíamos contratado por Booking.com una Pousada en un pueblo cercano llamado
Jacumá. Era la mejor opción por ser la más cercana y directa hasta la playa
(unos 10 minutos en coche) si bien no era nudista, Y aquí viene la
descripción de esta maravillosa playa que nos gustó muchísimo.
Transitando por una ruta arbolada y con varias curvas, se accede a una
pendiente que conduce a la playa misma. Lo primero que encontramos es un
mirador lleno de turistas. La vista es espectacular: el mar con muchas olas,
rodeado de acantilados color rojizo y de varios bloques de piedra con
extrañas formas que con un poco de imaginación parecen figuras de gigantes
petrificados. Y una de ellas, que se ha transformado en el icono de esa
playa, posee una única palmera recortándose sobre el cielo en la parte
superior. Nadie se explica cómo creció allí sobre la roca, pero allí esta,
bombardeada por disparos de fotos de todos los turistas.
En el ingreso a la playa hay un estacionamiento, uno de cuyos sectores
pertenece a la Federación Brasilera de Naturismo. También un conjunto de
negocios, que vende artesanías, sombreros, comidas, bebidas y asimismo
vendedores ambulantes con carritos.
Accediendo por una rampa, la primera parte de la playa es textil y bastante
pequeña, con algunos bares que ofrecen comida, sombrillas y reposeras en
alquiler y donde se congrega gran cantidad de gente, especialmente los fines
de semana. Estos se bañan en las piletas naturales de agua salada que hay
entre las rocas, aunque personalmente preferimos el mar abierto de la playa
nudista donde rompen las olas.
Unos 200 m más adelante, enmarcada contra una pared del acantilado, se llega
a una escalera coronada por un gran cartel que da la bienvenida a la playa
nudista, de Nudismo obligatorio, lo que resulta extraño acostumbrados
a las playas de nudismo opcional. Subiendo las escaleras otro cartel anuncia
el punto en que uno debe sacarse la ropa obligatoriamente. Y esto es
expresamente controlado al ingresar en la playa por un guardia voluntario de
la Sociedad Naturista de Tambaba (SONATA). Y no sólo en ese sector, sino que
a todo lo largo de la playa, por donde voluntarios de esta asociación
recorren y controlan los límites de la playa y la conducta de la gente.
Vimos también esporádicamente patrullar a dos policías armados.
El mencionado cartel también establece una serie de normas obligatorias
referentes a la ética naturista, como no fotografiar sin consentimiento, no
practicar actos sexuales, no portar drogas, etc. Al ingreso de la playa hay
también una alcancía destinada a recibir donaciones voluntarias para el
mantenimiento de la playa.
La playa nudista en tiene unos 200 metros con una playa abierto de mucho
oleaje y aguas muy cálidas. Está limitada por elevadas rocas ya mencionadas
y piletas naturales profundas para delicia de quienes no gustan afrontar la
rompiente, bastante intensa. En esos días se veía muy poca concurrencia,
especialmente entre semana, y esto es lo que nos gusta para alejarnos del
ruido y estar relajados, bañarnos en un mar cálido, leer y caminar.
Hay muy pocas sombrillas y nada de bares. Pero a unos 50 metros del ingreso,
se encuentra la Pousada Nudista Tambaba, con varios quinchos y sombrillas
que permiten sentarse a la sombra, siempre que se consuma algo, y que ofrece
bebidas y comidas a precios razonables.
Alojarse en esta Pousada atendida por sus propios dueños, María e
Hildebrando, permite vivir al desnudo todo el día. Sin necesidad de salir de
la playa, El único inconveniente de alojarse allí es que, como oscurece muy
temprano, salir a la noche resulta complicado. Nosotros íbamos a cenar a
Jacumá, un pueblo muy pequeño y algunas veces visitamos Conde y Joao Pessoa,
esta última una importante Ciudad capital del Estado de Parabaiba.
Finalmente terminaron nuestras vacaciones de dos semanas y con mucho desgano
tuvimos que volver. Recomendamos esta playa como la más linda de Brasil que
hemos conocido y que nos ha gustado mucho más que Massarandupio que ya
habíamos visitado el año anterior.
Alfredo y Florencia D.
Buenos Aires - Argentina |