…En el mar le juré al Sol, que desposaría para siempre a mi desnudez con la vida… Hoy me siento purificado y con un espíritu blindado en oro….
Por Hector Cediel o “El perro Vagabundo”
Bogotá 2008-01-03

…Personalmente opino, que practicar el naturismo, suena mejor que decir:”Soy amante del nudismo”. Esta expresión, tiene una connotación más exhibicionista y voyeurista a la vez, ya que existe cierto parentesco, entre estas dos expresiones.

Es verdad que la ropa es un absurdo disfraz e inclusive las iglesias, se encargaron de uniformar nuestros miedos o esos temores, que se nos colgaron como cadenas al cuello

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Cuando me plantearon, el participar en esta actividad por primera vez, lo primero que se me vino a la cabeza, fue una marejada de imágenes bellas o absurdas; no sabía si sentía felicidad, por realizar muchas de mis fantasías o un miedo inmenso, por una cantidad de inseguridades; al final, todo se reducía a una pregunta muy simple: ¿Seré capaz?

Al principio fue como responder a un reto: ¿eres capaz de desnudarte y pasearte frente a los demás? No es fácil imaginarnos desnudos, paseándonos por ahí con una frescura absoluta o compartiendo actividades casi cotidianas, así fuera una simple barbacoa o un almuerzo playero con unas amistades tan recientes, que sería como compartir nuestra intimidad con extraños.

La vergüenza y el encontrarme con personas conocidas me aterraban… hasta que me decidí, a no posponer más el bucear nuevas experiencias. Mi compañera estaba entre aterrada y al borde de un shock o ataque de nervios; todo lo disimulaba diciéndome, que conmigo siempre hasta el final y para lo que sea…”si crees que está bien y eres feliz, para adelante…!”.

 


Yo mismo me preguntaba si sería una locura o si simplemente, d eber íamos dejarnos arrastrar, por el encantamiento natural de este hermoso paraíso natural. “Así debe ser Tahití…”-dijo ella- Yo solo pensaba en mi hermosa Cartagena y en las playas de mi costa caribeña…

Me sentía como las gaviotas, revoloteando con la mirada; como una mariposa hechizada, con la luz de una vela o esperma; o como un pelicano a punto de lanzarse sobre un pez; poco a

poco, fui descubriendo otros niveles, de la realidad física en la que había vivido sumergido; durante los años que pudieron ser, los más hermosos de mi vida; se que vivía un despertar tardío, “pero más vale tarde, que nunca”, me dije para mis adentros

En ese momento ardía y deliraba, buscando respuestas. Comencé a contemplar imágenes, con las que podría componer hermosas fotografías. Sé que somos menos extrovertidos que los europeos, y me parecía mentira, que estuviera en el trópico caribeño, viviendo este ensueño.

Nadie se imagina, lo difícil que es romper las barreras de nuestros bloqueos; pero poco a poco, fuimos despedazando paradigmas y limitaciones.

Al principio, me sorprendieron las reacciones que se generaron, en los rostros de nuestro grupo; eran una cadena de sonrisas nerviosas; se que todos nos preguntábamos, como seríamos vistos desnudos por terceros y sobre todo, por las mujeres jóvenes que se veían hermosas, desde lo lejos; ahora estaba a punto de descubrir o de experimentar, que me hace sentir incómodo, si me desnudo frente a los demás, o porqué intentamos siempre taparnos, como si el pecado existiera o si la incomodidad, fuese la ropa.

Una pareja de amigos, usaba toda su energía creativa, para conectarnos con este nuevo universo. Personalmente me aterraba, el tener una erección, ya que esos rezagos de pudor, siempre encierran bastante de malicia…no es fácil desprendernos de un momento a otro, de el viejo hombre o de ese hombre mediocre, que nos habita, ¡así no más!, como por arte de magia.

Nos sentíamos como de regreso al paraíso, a una edad primaria, casi bíblica, lejos de los ruidos y las contaminaciones mundanales. “Ponga su cuerpo en libertad y la mente le seguirá” Leí en un aviso, al bajar hacia la playa, además de unas sugerencias básicas, para practicar el nudismo.

Sabíamos que no sería fácil andar desnudos o en bola por ahí, sin generar quizás risas o burlas; hasta pienso, si incomodaríamos a otras parejas, si no somos capaces de integrarnos a sus grupos…sabía que todas las preguntas, se irían respondiendo poco a poco…pero mi impresión casi inmediata, es que todos nos sentíamos, como una comunidad de libertos y curiosamente, todos nos comportábamos casi de inmediato, como si fuéramos amigos desde siempre. Los miedos desaparecieron, más rápido de lo que imaginé y en ningún momento, viví o sentí esas miradas de censura o maliciosas que esperaba.

También comprobamos casi de inmediato, que la desnudez, nada tiene que ver con el sexo. No es fácil y es como romper con el pasado, de una manera radical; desde ahora todo es: antes del nudismo y después del nudismo. Por primera vez experimentaba, como se contemplaban sin malicia, otros sexos; como se integraban unos con otros, sin el más mínimo rubor. En los mayores, las expresiones eran más de alegría; quizás por el haber alcanzado o superado una meta, casi imposible de superar o por el haberse atrevido a dar un paso in imaginado, unos días antes, por todos ellos.

Me encanta sentir y observar a la desnudez, como una obra hermosa de arte; descubrir paisajes sobre las siluetas como Camille Claudel o Rodin; descifrar los silencios y los gritos de los cuerpos, como los sicólogos o los siquiatras; ahora mis sentidos, intentaban grabar la mayor cantidad de imágenes posibles, para pintar y escribir posteriormente.

Nadie se fijaba en la celulitis de las nalgas o de las caderas, ni en los senos caídos…hasta la gordura se observaba, como algo bello; allí era fácil comprobar que todos los senos, nalgas y sexos son totalmente diferentes, como las huellas digitales.

“No basta con lanzar las prendas al aire, para sentirnos libres y abandonar para siempre, esas sensaciones que nos hacían sentir como extraños…llevamos una vida, amalgamando miedos dentro de nosotros…” me dijiste. …

El perder la virginidad debe ser, como el relampaguear de los sueños, en una noche de tormentas…pero creo que así, siento las miradas sobre mi cuerpo, en los primeros momentos.

Algunos toman el Sol, como si estuviese en muertos o sobre la camilla en una morgue; pero en verdad, todos se sienten más limpios, que todos esos locos que dan tumbos, de lado a lado, por las calles de la ciudad, como si estuviesen embriagados…para mí, la ciudad es como el remolino de un huracán, en alta mar; rebuscando furioso islas, como vírgenes para desvirgar. …

La tranquilidad es absoluta y la comunicación con el silencio, era como bañar el alma. La malicia desapareció demasiado rápido, de esas miradas que llegaron llenas de avidez; nuestros cuerpos ahora, simplemente flotaban como sobrevivientes, de un absurdo naufragio….Me parece ver a las gaviotas, brotando como una lluvia de flores, desde el cielo…

Después de desvestirme totalmente, me pare a contemplar al mar, abrí los brazos, respiré hondo y hubiera deseado gritar: ¡soy libre!!! No creía que estuviera desnudo y mostrándome sin tapujos, a una cantidad de extraños ….

Es curioso, pero en ningún momento, me sentí tan solo, como cuando nos rodean marejadas de extraños por las calles citadinas. En el mar le juré al Sol, que desposaría para siempre a mi desnudez con la vida… Hoy me siento purificado y con un espíritu blindado en oro….

Fragmentos tomados de “Naturismo” por Héctor Cediel “El Perro Vagabundo ”

hectorcediel@gmail.com
hcediel1@hotmail.com

Héctor Cediel , escritor colombiano nacido en 1951, conocido como “El Perro Vagabundo”

Publicista de profesión y escritor de corazón, vinculado a la Casa de Poesía Silva desde hace más de 20 años. Publicó una serie de poemas bajo el tìtulo de “El perro vagabundo” (Poesías prohibidas, Palabras de amor, Cartas y otros Poemas y Andanzas de un perro Vagabundo) Actualmente está por publicar una serie llamada “ Cartas de Amor de un perro Vagabundo” y para Internet ha escrito una serie de trabajos bajo el titulo de “El Diván Rojo”