Turismo Naturista
Playa Puerto Bonito - Perú
Puerto Bonito: la única playa nudista que se encuentra en la provincia de
Cañete, Perú

…Acomodar la sombrilla. Colocarse bronceador. Echarse en la arena. Calentar
el cuerpo bajo el sol. Darse un chapuzón. Jugar paleta. Leer un libro.
Tomarse un helado. Este sería un típico domingo de playa en Puerto Bonito si
es que los bañistas no hicieran todo lo anterior tan desnudos como Adán y
Eva.
El lugar del que hablamos no se encuentra a miles de kilómetros de
distancia, en algún lugar de Europa, sino que está más cerca de lo que usted
cree, en nuestra Panamericana Sur, apenas a 72 km de nuestra puritana
capital, tomando un desvío en la entrada a la playa Puerto Viejo.
Escondida tras un cerro color arcilla se asoma una ensenada conocida por
algunos como Puerto Bonito y, por otros, como Barrancadero. En este lugar, y
desde hace muchos años, decenas de bañistas – limeños, provincianos,
extranjeros, solitarios, emparejados – se desvisten de prejuicios y profesan
sin tapujos una filosofía llamada Naturismo.
“Para quien le gusta el estar desnudo, como a mí, uno se siente aquí
totalmente tranquilo y cómodo. Con eso no quiero decir que me desnude en
cualquier sitio”, afirma Augusto, un nudista cusqueño de 75 años que ha
paseado sus carnes por playas de todo el mundo. Desterrado tras la Reforma
Agraria del presidente Velasco, este ex hacendado inició una vida de
trotamundos en la década del 70.
Hoy, tras años en contacto con nudistas de todos los idiomas y colores,
señala que la clave de esta corriente con cientos de adeptos en nuestro país
y federada en 36 países en el mundo es no molestar al resto e incita a sus
detractores a dejar los prejuicios porque “playas nudistas hay desde hace
décadas en todos lados”, asegura.
Con la intimidad al aire
Que si me queda bien el bikini, que si tengo muchos rollos, que si se ven
feos mis vellos. Los típicos argumentos sobre la imperfección del cuerpo con
los que esquivamos la playa y el sol se derriten ante la inapelable y
absoluta desnudez.
“Si vas a escribir sobre esto, tienes que desvestirte”, me sugiere un
nudista. Luego de unos segundos de quedar tan helado como el mar peruano
ante la propuesta, me sobrepuse y, animado por el ejemplo del grupo y la
descampada playa que genera la sensación de encontrarse en una lejana tribu,
accedí al reto.
Lo primero que desaparece cuando uno se quita todo son las inquisidoras
miradas a las que nuestra anatomía está expuesta en las playas
tradicionales. Luego, lentamente, caen también los prejuicios. Y si bien al
comienzo resulta extraño andar con la intimidad al aire, un debutante en
estas ligas – como yo – llega a acostumbrarse y hasta contentarse de andar
con tanto desparpajo.
Y es que “el naturismo es la comodidad, la libertad y la creencia de que
no somos vergonzosos, sucios o desagradables”, afirma Daniel, presidente
de la Asociación Nudista Naturista del Perú.
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