Desnudo y Ancianidad

“Hay mujeres a las que les gusta charlar desnudas”

Por Dolores Caviglia

Hace unas semanas volví a anotarme en el gimnasio y corroboré algo en lo que pienso hace mucho tiempo: que hay mujeres a las que les gusta charlar desnudas. Me metí en el vestuario después de mi clase y vi a una señora, de unos 60, quizá varios más, rubia, bella, sentada sólo sobre su bombacha.

Hablaba de algo que le había sucedido el fin de semana, pero mucho no me pude concentrar porque me dio pudor. Qué tonta!  La vergüenza que sentí me puso tan incómoda que dejé de oír y sólo pude ver a través del espejo que ahí estaba, divina, libre, fresca, lánguida y con arrugas. Cientos de arrugas!

Regresé a casa pensando en que hay algo de lo políticamente incorrecto que nos da libertad. …La desnudez. Las tetas que vi, no eran las tetas que el mundo está acostumbrado a mostrar y sin embargo a la señora ahí, así, yo la sentí poderosa.

También pensé que quizás ese espacio entre paredes es el único público en que puede mostrarse porque las tetas viejas no gustan. Y por eso también pensé en que soy estúpida al decir que hay cuerpos correctos y cuerpos que no lo son. Por qué hay que mostrar sólo lo lindo, lo joven? Quién dice que lo lindo es lo joven?

Hace unos años en Praga, capital de la República Checa, montaron en un café una exhibición fotográfica que sólo retrataba personas mayores. Mucho pelo blanco. Mucho poco pelo. Marcas en la piel, rajas en la piel, arrugas profundas como el paso que deja el agua en un río seco. Bocas sin labios. Ojos de párpados grandes. Manos hechas de tierra al sol. La carne fina pegada al hueso. El título que le habían puesto era "Ancianos ante el objetivo" y la habían armado para mostrar que es mentira eso de que lo viejo no sirve, no mejora, no hace, no puede ser feliz.

En Japón, el tercer lunes de cada septiembre se celebra el Día del Respeto a los Adultos Mayores (Keiro No Hi) para honrar a las personas grandes y de paso, sensibilizar sobre ellos a los más chicos.

En Japón a los ancianos se los respeta. Y se los señala como aquellos que consiguieron que el país sea lo que es. Después de jubilados, tanto hombres como mujeres siguen con su vida: a veces hacen deportes, otras se ponen a estudiar para conocer algo que no sabían o continúan trabajando, algún que otro incluso conseguir sobresalir.

Masako Wakamiya, con más de 80 años, el pelo cano y aplanado en la cabeza, anteojos redondos, pómulos como pequeños montes, la dentadura despareja y la voz como una música aguda y fría que precisa de la fuerza del cuello para salir, trabajó por décadas en el sector bancario hasta que a los 60 se jubiló y se anotó en un curso de informática y se compró una computadora por primera vez.

Le gustó tanto que tomó clases de programación y creó su propia aplicación, "Hinadan", un juego en el que se tienen que colocar doce muñecas en la posición correcta pero no con destreza sino con conocimiento de la cultura local. Ahora Masako, que viaja por el mundo dando charlas y es consultada incluso por el CEO de Apple, dice frases como: "Cuando se envejece se pierden muchas cosas: el marido, el salario, el pelo, la vista... Hay muchos 'menos'. Pero cuando se aprende algo, a programar o a tocar el piano, son 'más'. Lo que no sabíamos hacer hasta ayer, hoy lo dominamos. Es una motivación".

 

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Imagen: https://www.yorokobu.es/virginia-bersabe/

 

 

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