Cuando llegamos a este lugar, los dueños habían sido avisados de nuestra llegada. Al principio nada de particular, salvo una pareja que paseaba a su bebé en el cochecito disfrutando de una clásica noche de verano. Pero estaban desnudos. No teníamos suerte, hubiésemos deseado que ese día lloviese. No se perturbaron por nuestro pasaje, al contrario, nos saludaron muy amablemente.
Un poco más lejos nos esperaban nuestros amigos (vestidos) para ir hacia una glorieta en donde la reunión bailable estaba por comenzar. Era un lugar natural, de ensueño, de una autenticidad inigualable. En la glorieta conocimos a los dueños del lugar, también muy agradables. Y en seguida la gente llegó desde diversos lugares del camping para pasar una linda velada. Parecían todos “normales”, jóvenes, menos jóvenes, pero todos con una alegría de vivir bien visible.
En seguida, mi hija Marguerite no tardó en conocer a un grupo de adolescentes muy simpáticos. Debían pensar que éramos recién llegados. Por mi lado, me liberé lentamente de todos mis prejuicios a priori; y charlé y aún bailé con personas llenas de vida y felices de estar allí, eso era evidente. Me pregunté a mí misma dónde estaban esos perversos y obsesos que nos cuentan los medios en general cuando hablan del naturismo. ¿Serían ellos los enfermos?
En fin, no me hice demasiada cuestión porque todos alrededor mío estaban vestidos. ¿Podría ser que si estuviese desnuda me habrían hecho proposiciones deshonestas? Finalmente pasó la velada, y mi hija estaba feliz de los buenos momentos que pasó y de los jóvenes que conoció. En ningún caso fue molestada por ningún chico, y Dios sabe que mi hija es bella.
Nuestros amigos estaban también muy felices, y nos invitaron a pasar juntos el domingo… ¡Ahí! Sin ninguna duda , Marguerite dijo que sí. Frente a su determinación, yo asentí también pero sin estar para nada segura del resultado. En el viaje de regreso a casa tuvimos varias discusiones intensas sobre el tema.
Llegó el momento de partir hacia lo desconocido, mucho más intranquilas que la primera visita que hicimos al lugar. Silencio completo entre mi hija y yo durante el viaje. Cada una de nosotras nos preparábamos mentalmente. Pero ya no había marcha atrás (además, hacía más de 30º a la sombra), y nuestros amigos nos esperaban.
Lo que tiene que llegar, llega. Pasamos la entrada y nos dirigimos hacia la carpa de nuestros amigos. Ni el más mínimo milímetro cuadrado de tela. Los hombres, mujeres y chicos de todas las edades desnudos. Ya mi hija recibió el saludo de los amigos que hizo, y en seguida la invitaron a ir a jugar al volley. ¡Los amigos y amigas estaban todos desnudos, ni cuenta se daban, es natural para ellos! Una vez que llegamos al lugar de la carpa de mis amigos, antes de que pudiese contar hasta tres, Marguerite iba corriendo hacia los jugadores de volley desnuda como un vidrio.
Yo me quedé asombrada, cristalizada. Y cosa de no creer, diez minutos después estaba yo también en traje de Eva. Me invadió una sensación extraordinaria, mi cuerpo había renacido y mi espíritu estaba lleno de alegría. Hay que vivirlo para entenderlo.
La vida ha pasado, mi hija creció, ya soy abuela, y les puedo asegurar que toda la familia es naturista y compartimos juntos muchos momentos de felicidad, porque yo también pude “convertir” a mi nueva pareja a este estilo de vida.
Gracias a mis amigos Gèrard y Bernadette. Les debemos esta calidad de vida perfectamente equilibrada y natural, que sin ellos y algunas circunstancias, nos hubiera pasado completamente de lado.
Marie-Hélène
Gerente de una empresa de cosméticos de Toulon, Francia.
Fuente: http://www.vivons-nus.com/
Traducción del francès:: Walter Spotto.
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