Personajes de nudelot

Floreyna de Nudelot

Cuenta la leyenda que, en años innumerados, gobernó Nudelot una reina que, a decir de todos, era ¡flor de reina!

Floreyna, la Reyna de Nudelot era amada por los nudelotenses.

Esta carta de amor fue encontrada en la cripta por los exploradores:

“Bosteza la aurora como la somnolencia después de las comilonas en palacio.

Infinitos aros de luz revientan contra los cristales, mis poros erizados lucen como la planicie sembrada con trigo, o de aquellos parajes secretos de las doncellas del condado de Bilitis, donde Sir Hamilton se inspiró en la inmensidad de los recuerdos.

Mi soledad camina desnuda con la confianza serena de la sombra lánguida.

La calidez de la mañana, más tarde, la envolverá el imaginario de los sentidos e impregnará nuestros deseos con su tibio aliento.

No hay malicia ni morbosidad en las miradas de los nudelotenses

Rozagante, la silueta de Floreyna armoniza con la frescura de aquel amanecer distante, pero estamos casi seguros, de que escribiremos hermosas páginas de amor.

A través de la ventana, Floreyna, la mujer más bella y sensual en Nudelot, observa aquella pintura paisaje en movimiento, llena de vida, porque los cuerpos desnudos contrastan con los colores de la campiña, en la estación de la vida.

El agua de un pequeño arroyo fluye sereno y arrulla las imágenes que canto, como si me arrullara el viento o las ramas de los árboles nos cantaran como las fieles nanas.

Los dorados del trigo y los tonos verdes de la hierba se mecen como el oleaje interminable y placentero de los amantes, la sístole y la diástole amorosas, o el reflujo de espuma sobre la playa.

Llueven gotas de silencio. No sé si lloro al recordar, o es la sed que siento por su bella mirada

Una brisa casi imperceptible me arrulla e impregna cada poro de mi piel, llenándola de calma y una extraña placidez.

Ese raudo oleaje que parecía hacerme zozobrar ya no inunda los confines internos de mi cuerpo.

Son despiadadas y casi imposibles de ganar, las batallas contra nuestros sueños

Es necio intentar derrotar la naturaleza. Bastan esa mirada para que amaine la tempestad, esa paz que parece incorruptible por ser más divina que mundana

Se esparce como una mirada enamorada sobre todo el cuerpo, sin la perversidad malevolente de los viejos hombres, de las personas que nunca maduraron…”

 

Cedielus de Nudelot
Héctor Cediel Guzmán
hectorcediel@gmail.com

 

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