La historia fantástica de Nudelot es, quizás de manera un poco osada,
vanguardista para muchos, incluyendo sobrevivientes de la revolución del amor
libre, las flores y las protestas hippies contra las guerras.
Nos atemorizaron con tabúes sociales y religiosos, generando en muchos casos
pobres autoestimas, pobres autoimágenes corporales y, sobre todo, capitalizado
por un vulgar y degradante erotismo pornográfico que tergiversó lo bello y
natural del cuerpo y sus expresiones sensuales o eróticamente hermosas, porque
se hizo del sexo una industria.
Nudelot es la respuesta para rescatar la inocencia de ese absurdo adiós. Es
osado para el nudista no pararse ante algo y, enfrentar desnudo las miradas
mórbidas, la censura de quienes se olvidaron de defender la libre cultura del
cuerpo.
No importa la edad para definir el viejo hombre, esos renglones mórbidos y
torcidos que engendró Dios y es imposible que hayan sido concebidos a su imagen
y semejanza.
La vida es como una escena surrealista, donde es difícil saber si cada paso que
damos es hacia arriba o hacia abajo. Todos desarrollamos unos valores, unos
conceptos, una cultura de acuerdo con nuestro entorno familiar o social.
El mundo y la vida serán diferentes para todos, aunque en apariencia, sea el
mismo para todos. Cada uno lo ve, siente y percibe desde su óptica personal.
Muchos lo quisiéramos ver diferente, pero cada uno es el que es.
No podemos ir sacándoles defectos a las personas, resaltando sus defectos,
difamando o fastidiándolos.
Por eso el nudista es un sanador, es el amigo circunstancial que regala
autoestima, seguridad en sí mismo, confianza en sus cuerpos, aceptación
integral, gracias a la desnudez física y mental que se comparte sin morbo de
manera social.
Nudelot fue inspirada por el castillo francés de Carcassonne, por la historia en
nombre de la Rosa, unos conventos benedictinos con experiencias propias y de
terceros, lecturas y mucha poesía.
Nunca se concibió como un proyecto amoroso, sino como una historia que
cuestionara, aportara ideas para vivir la vida con menos estrés, de manera más
natural, con menos peso sobre las espaldas, con menos miedos.
No sólo los jóvenes viven ansiosos por respuestas, alternativas o excitantes
opciones para vivir con la pareja. En Nudelot hay personajes fantásticos,
mensajes rescatados de papiros, pensamientos de Floreyna y algunos pensadores
que, simplemente, aportaron sus palabras sin intentar domar a palos la timidez
de los adolescentes y de las personas mayores que nunca maduraron o simplemente,
temen despertar y decepcionarse de la vida que vivieron.
En Nudelot no promovemos el libertinaje, allí nadie se lava las manos y emprende
una nueva aventura. Respetamos el libre pensamiento y, las decisiones de cada
persona. Concebimos el amor como una expresión natural.
Todos somos diferentes y al aceptarlo, admitimos a las personas como son, sin
avergonzarse en dar justificaciones innecesarias. La naturaleza no comete
errores, simplemente cada uno es como es.
Nudelot no es un paraíso artificial ni una válvula de escape para regresar y
seguir viviendo una vida con doble moral… El bien y el mal son y siempre serán
relativos, pero nunca podremos engañar nuestra conciencia.
Héctor Cediel Guzmán
Bogotá, D.C. Colombia
hectorcediel@gmail.com
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