Impuesto a la Desnudez
“Breast tax”
Hace tres siglos, en el sur de la India, en el estado de Travancore,
existía una cruel práctica social impuesta por las castas superiores: las
mujeres de castas bajas tenían prohibido cubrirse los senos, y si lo hacían,
debían pagar un impuesto conocido como el “impuesto a los senos”. Este
impuesto no sólo era humillante, sino que además se calculaba según el
tamaño del pecho, y representaba una herramienta de opresión para mantener a
los Dalits (la casta más baja, considerada intocable) en una condición
permanente de pobreza y sumisión.

A este se
sumaban otros impuestos absurdos: por tener bigote, por montar en carreta,
etc. Estas cargas económicas y sociales ayudaban a perpetuar una jerarquía
rígida, en la cual los brahmanes (casta más alta) y los nairs (una casta
militar y burocrática dominante) gozaban de privilegios, mientras que los
dalits eran sometidos a todo tipo de restricciones: no podían recibir
educación, casarse con personas de castas superiores, ni siquiera tocarlas.
Ser mujer, además, implicaba aún más vulnerabilidad, pues muchas dalits
sufrían abusos sexuales sin posibilidad de justicia.
Esta
situación se mantuvo durante siglos hasta que una mujer llamada Nangeli
decidió rebelarse. Ella se negó a pagar el impuesto a los senos y, en un
acto de protesta radical, se cortó los senos con una hoz y los presentó en
una hoja de plátano al inspector de impuestos. Murió desangrada y su esposo,
devastado, se suicidó lanzándose a su pira funeraria.
La
historia de Nangeli desató una ola de resistencia, conocida más tarde como
la Rebelión de Channar, encabezada por mujeres de las comunidades Nadar e
Ichava, que empezaron a exigir el derecho de cubrir sus cuerpos, como las
mujeres de las castas altas. Muchos miembros de estas comunidades se
convirtieron al cristianismo, alentados por misioneros británicos, para
evitar el sistema de castas hindú que los oprimía.
La
intervención británica y los conflictos posteriores
En 1813,
el coronel John Munro, del tribunal de Travancore, emitió un decreto que
permitía a las mujeres Nadar cubrirse el torso como cualquier otra mujer.
Sin embargo, las castas superiores se opusieron ferozmente y comenzaron a
atacar a las mujeres cristianas Nadar que vestían prendas que cubrían sus
cuerpos. Los burócratas de casta alta, con influencia en la corte,
bloquearon la aplicación del decreto.
En lugar
de conceder plena igualdad, las autoridades solo permitieron a las mujeres
cristianas Nadar usar una blusa distinta a la de las mujeres nair,
reafirmando visualmente la diferencia de castas. Esta medida parcial
decepcionó a las comunidades Nadar e Ichava, que continuaron luchando por la
igualdad del vestido.
En 1822,
estallaron disturbios en Kalkulam, cuando los Nair atacaron nuevamente a
mujeres Nadar cristianas por llevar ropa superior. El reverendo Mead,
misionero británico, recurrió a los tribunales y obtuvo un fallo favorable,
pero los ataques no cesaron. En 1828, hubo una nueva oleada de violencia:
colegios e iglesias fueron quemados, libros religiosos arrojados a las
calles, mujeres golpeadas y desnudadas públicamente. Se trataba no solo de
reprimir el cambio de vestimenta, sino de frenar todo movimiento que
cuestionara el orden social establecido.
La
situación se agravó cuando otras castas bajas, inspiradas por la revuelta,
comenzaron también a resistir impuestos injustos y trabajo forzoso. En
reacción, las castas alta
intensificaron la represión, y en 1829, el gobierno prohibió nuevamente a
las mujeres Nadar cubrir sus senos como lo hacían las de castas superiores.
Después de
1850, tanto mujeres Nadar cristianas como hindúes se unieron en una tercera
oleada de protestas por la libertad de vestimenta. La tensión creció entre
los misioneros cristianos, el gobierno local y las castas dominantes. En
1858, hubo numerosos episodios violentos: mujeres eran atacadas en mercados
y caminos si vestían ropa superior, sin importar su religión.
Aunque los
levantamientos fueron reprimidos, marcó un antes y un después: la
administración de la India pasó directamente al control de la Corona
británica, que, sin embargo, optó por no interferir en las costumbres
sociales como el sistema de castas. En 1859, el gobierno de Travancore, con
presión británica, concedió a las mujeres Nadar el derecho a cubrirse el
torso, aunque imponiendo que no podían vestirse igual que las castas altas.
Finalmente, en 1865, esta libertad se extendió a otras castas bajas.
Pese a
estos logros, el cambio cultural fue lento. Las costumbres no desaparecieron
de un día para otro y la sociedad india siguió siendo profundamente
conservadora y estratificada. Además, las narrativas históricas oficiales
ignoraron en gran parte el papel heroico de mujeres como Nangeli y el de los
Dalits en general. En los relatos de la rebelión de Channar, tanto
historiadores indios como europeos dieron más protagonismo a los misioneros
cristianos británicos, presentándolos como los líderes de la lucha.
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