La estadía se terminaba y era nuestro último día en la playa. Yo estaba tirado sobre mi loneta cuando Séverine se inclinó hacia mí para decirme que estaba pensando en probar.
Imaginen, me quedé estupefacto!! Creí que era una broma pero no. Ella todavía dudaba y yo no osaba decir una palabra para que no se sintiese obligada.
Yo esperaba cuando súbitamente se decidió y rápidamente se sacó su malla y se acostó sobre su vientre.
Ella miraba hacia todos lados con aprensión, como si todo el mundo la estuviese mirando.
Por darle confianza, le dije que ella no tenía nada que probarme, y que si estaba incómoda, que se volviese a poner la malla. Pero se quedó desnuda y poco a poco se fue relajando, y viendo que « el mundo no se derrumbaba », alrededor de ella, y que nadie la miraba. Un rato después osó darse vuelta, y la sentí mucho más distendida.
Por embromarla le dije que merecía el diploma de « aprendiz de culo desnudo », y ella se rió también distendida y apreciando estar desnuda. También fue a acostarse en el agua, en el borde, sin preocuparse de la gente que pasaba.
Toda esta historia para darle coraje a aquellos que no se animan a dar el primer paso.
A muchos les gustará, a otros no, pero hace falta probar para juzgar.
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