Roby, nos relata cómo gracias a una clase de yoga descubre el nudismo

Me encontraba en febrero del año 2003 en EEUU, desarmando una máquina que habíamos comprado para traer a mi pequeño pueblo que está distante a 180 km de la ciudad de Santa Fe, Argentina. Ya habían pasado dos semanas en la fábrica tratando de descifrar el funcionamiento y armado de la poderosa máquina, no
quería que cuando llegara a la Argentina me criticaran por lo que había comprado y menos aun por no saber usarla, así que trabajaba entre 14 y 16 horas por día para no dejar pasar nada por alto, estaba muy cansado no sólo por el trabajo físico sino también por el esfuerzo de estar todo el día hablando en inglés, creo que eso me fatigaba más.

Luego de tantos días sin parar de trabajar, la persona con la que tenía más contacto que era un viejo ingeniero e investigador científico, llamado Wayne, que además había combatido en Vietnam, me invitó ese sábado a conocer un lago en mel cual el tenía una lancha, muy gustoso y para despejarme un poco, acepté.

Salimos muy temprano llegamos casi de noche, mientras bajó y alistó la lancha se hizo de día y salimos a navegar y a pescar. La pasamos muy bien ambos, tal es así que me invitó a cenar a su casa. Allí conocí parte de su familia, ya que dos de sus cinco hijos estaban en otra ciudad estudiando.

Terminó la velada y me acercó al hotel, me preguntó que tenía pensado hacer el domingo y le dije, dormir. Todo el día va a dormir ?, _No, le respondí . Me preguntó si me gustaba hacer yoga, le comenté que había hecho, pero hacía mucho tiempo. Entonces me explicó que el los domingos por la tarde practicaba yoga y que quería invitarme a una clase, _Bueno..... le respondi. Fue ahí que el hombre se puso serio y me alertó lo siguiente :_ Debo decirle que es un yoga muy especial, _Especial??, comenté. _si, es "naked yoga".

No se la cara que puse, pero se sintió muy incómodo y pienso que se arrepintió de haberme realizado la invitación. Durante varios minutos ambos hicimos silencio, mi cabeza caminaba a 200 km/h y mi corazón palpitaba muy acelerado, de repente le pregunté, desde cuando lo practica, más o menos 9 años y a veces voy con mi hija e hijo mayor, los que estaban estudiando afuera. Creo que ahí se me aclaró el panorama, no sé
por qué, pero pensé en un momento que éste señor era gay, no es que tenga nada contra esa comunidad, pero no era mi intención en ese momento de pasar a integrarla. Le pregunté a qué hora el tenía pensado concurrir a la clase, me contestó que alrededor de las 16 hs, le comenté que si me podía llamar alrededor del mediodía y le confirmaría mi presencia, _Ok, me contesto.

A pesar de estar cansado por el trabajo de la semana, de haberme levantado temprano para ir a navegar, me costó mucho conciliar el sueño, pensaba, para qué tengo que ir a hacer algo que en mi vida corriente no hago ni practico, qué me puede aportar?, mañana cuando me llame le diré que muchas gracias pero no lo acompañaré.

A las 7 hs me desperté y empecé a pensar, éste buen hombre desde que llegué me trató muy amablemente, me invitó a navegar, a su casa y ahora le rechazaré la invitación. _Qué hago?.....cuando llame veré que le contesto.... Alrededor de las 12 sonó el teléfono y nuevamente me formuló la invitación, no sé por qué, pero me sentí en la obligación de aceptársela. Cuando colgué, me dije, _Para que habré dicho que si, si yo no soy nudista y no me interesa serlo, pero ya está, ahora me la aguanto y listo.

Alrededor de las 15.30 hs llegó y me consultó si realmente quería tomar la clase, sino que para él era o mismo llevarme al shopping o al cine. _No, de ninguna manera usted puede perderse su clase de yoga.

Manejó por más de una hora, por autopistas, rutas internas, dobló para un lado y para el otro hasta que al fin llegamos. Entramos, era como un gimnasio de acá, amplio y muy limpio, me presentó a un par de personas, todos muy amables y sonrientes, el ambiente parecía agradable.

Enseguida Wayne me dijo, vamos al vestuario, entramos y había mujeres y hombres cambiándose, mejor dicho desnudándose. Todo super ordenado, como lo es casi todo
en ese país. Entré y me dieron un locker, un toallón y un jabón, era obligatorio ducharse, como lo es acá en las piletas de natación serias, además invitaban de muy buena manera a descargar "la vejiga y los intestinos". Luego de la ducha nos sellaban en la mano un número impar de color azul en los hombres y par de color rojo en las mujeres. _¿Para qué será? Me preguntaba yo.



 

 

Entramos en un gran salón con piso de parquet, la temperatura era muy confortable, había una música muy suave de la India , que no podía precisar bien de dónde venía, si del techo, del piso o de las paredes, era un sonido completamente envolvente. Nadie hablaba, una colaboradora me acompañó a una colchoneta azul (hombres) con el mismo número que me habían sellado en la mano, sobre la misma había un toallón.

A Wayne lo perdí de vista, me colocaron al lado de una mujer de unos 40 años que tenía colchoneta roja, en una tarima adelante estaba el profesor en posición de loto con una túnica blanca y los ojos cerrados.

Una vez que se acomodaron todos los alumnos, el profesor, que por lo que me dijo Wayne era oriundo de la India , se quitó la túnica y comenzó con la clase.
Por suerte pude hacer todas las asanas en forma bastante decorosa, no estaba tan duro como creía, parece ser que los partidos de voley y básquet que hacía semanalmente en mi pueblo servían para algo. Las asanas eran más o menos las comunes, Me tocó hacer, algunas con mi compañera, nada del otro mundo, sostenerle los tobillos, tomarla de los puños o de las manos, lo más osado que realizamos fue cuando ambos de espalda teníamos que entrelazarlos los brazos y hubo ahí un pequeño roce de glúteos.
El profesor hablaba muy suave, pero como era de la India , el inglés era perfecto, comprendía casi el 90% de lo que decía.

Ya iba más o menos como una hora de clase y el profesor junto a su ayudante hicieron formar dos círculos concéntricos, en el interior iban las mujeres mirando hacia fuera y en el exterior los hombres mirando hacia adentro, o sea estábamos enfrentados. Comenzó el profesor a explicar que debíamos hacer un ejercicio de agradecimiento a nuestros compañeros, manifestando que sin ellos nosotros no hubiéramos podido disfrutar de la clase.

El ejercicio se llamó " 20 SEGUNDOS DE AGRADECIMIENTO" ( Twenty second ). El mismo consistía en abrazarse, con el mayor de los respetos, con la persona que se tenía enfrente, para eso los hombres se quedaban fijos en sus lugares y las mujeres rotaban, en el sentido de las agujas del reloj, cada 20 segundos, el tiempo lo marcaba la ayudante, una vez que aparecía la misma compañera con la que se comenzó, el ejercicio
finalizaba.

Fue una muy buena experiencia, pude sentir piel con piel el agradecimiento de mis compañeras. Luego nos invitaron a formar una ronda con todos los integrantes intercalados, hombre-mujer-hombre mujer, eramos exactamente 32 más el profesor y la ayudante que también se acoplaron.

Nos hicieron acostar tomados de las manos y con los pies dirigidos hacia el centro del círculo, se bajó la luz bastante, casi no se veía nada, quedaban sólo un hilito del filamento de las luces encendido, cambió el estilo de la música y comenzó el profesor con la meditación, habló pausadamente más o menos entre 5 y 7 minutos, después sólo quedó la música. Hubo momentos en que quedé profundamente relajado, era una sensación más que placentera, sentí por un instante que estaba flotando, comencé a sonreir en voz baja, creo que de nervios, no podía creer lo que me estaba pasando.

Pensé en mover las manos pero me acordé que a cada lado tenía una compañera agarrada y podría molestarlas o sacarlas de su relajación, entonces agarré y comencé a frotar mis talones en el piso y de esa manera poder comprobar de que realmente no estaba flotando, repito que si me apuraban en ese momento yo juraba que estaba flotando por el techo. Por supuesto cuando froté el talón comprobé que todavía estaba el piso, ahí me tranquilicé y seguí disfrutando de la meditación

.Luego de más o menos 50 minutos el profesor comenzó a despertarnos y nos invitó a que cada uno, a su ritmo, empezara a levantarse. Tarde casi 10 minutos en "volver de la excursión", pero mi compañera de la mano derecha tardó un poco más, así que me quedé quietito hasta que ella me soltara.

Fue muy bueno y reparador, quería encontrarlo pronto a Wayne para agradecerle, pero no ahí, ya que nadie hablaba, en ningún momento se escuchó palabra alguna en toda la clase, hasta diría que ni siquiera en el vestuario cuando nos cambiábamos y duchábamos nadie hablaba. Yo creo que más que una clase de yoga fue una especie de ritual, el recinto fue como entrar y estar inmerso en un templo.

Ya estando nuevamente en el vestuario, algunos se duchaban nuevamente, entonces recordé a mi abuela que decía ,"_Donde fueres haz lo que vieres", me duché, me vestí y salí a esperar a Wayne.>>>>

( Continua Segunda parte )

Autor:
robiney garcia

Argentina [robineygarcia@gmail.com]
Julio 25-2008